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unlugardondearder

No quiero quedar de intelectual...

No quiero quedar de intelectual...

Pero cuando era chaval y compraba aquellos recopilatorios de Ruido, recuerdo escuchar una y otra vez 'Qué puedo hacer' de Los Planetass y 'Pon tu mente al sol', del Niño gusano. La semana pasada murió Sergio Algora, el que fuera cantante de los últimos y que ahora estaba con Francisco Nixon en La Costa Brava. Nunca fueron mi grupo favorito, desde luego, pero no deja de ser bastante perverso que muera un poeta de 39 años. Tal vez sea un buen momento para leer alguna cosa que dejó escrita el aragonés. Por lo que tengo entendido y por lo poco que he leído suyo, era bastante bueno.
Por cierto, la canción que más me gustó de los aragoneses fue esta:

La mujer portuguesa me absorbe con su paja,
al entrar en su vientre le ofrezco mi cabeza.

Al peluquero del cielo,
al sombrerero del cielo,
al camello del cielo.

La mujer portuguesa quiere tener bahía,
ella quiere bañarme y que mi piel caiga a tiras.

Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned,
para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio.
Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned,
para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio.

La mujer portuguesa en el tren de lavado,
en su carroza de fresa hay tres invitados.

Uno es el hombre galleta,
otro es la reina mofeta,
otro ella misma muy vieja.

La mujer portuguesa y su bigote de gato
hacen cosquillas a un mono que viste trajes muy caros.

Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned,
para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio.
Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned,
para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio.
Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned,
para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio.
Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned,
para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio.

Ratejos

Ratejos

Últimamente, cuando he sacado un rato, he leido algunas cosas interesantes. He vuelto a escuchar música de los 90. He visitado algunos lugares comunes. He imaginado dónde me iría de vacaciones. He vuelto a ver algunas fotos y pensado en algunos amigos. Supongo que sigo siendo un sentimental, qué le vamos a hacer.
¿Qué he leido? Los relatos de Faulkner. ¿Qué he escuchado? De nuevo, Oasis y Manic Street Preachers. Les he vuelto a envidiar... ¿Qué lugares comunes he visitado? Aquellos días en los que tenía un grupo de música y lo pasaba bien. El calor cuando era niño era fácil de solucionar, porque el calor significaban vacaciones. Hoy es algo más complicado...

¿Qué queríais? ¿Que no pusiera nada?

¿Qué queríais? ¿Que no pusiera nada?

En el fondo, todos tenemos nuestro pequeño patriota dentro... Por un día está bien que nos lo podamos creer, ¿eh?

Un fin de semana solo... No sólo un fin de semana

Un fin de semana solo... No sólo un fin de semana

Hace un par de semanas Laura se fue a pasar el fin de semana con su familia a la playa y me quedé en casa solo. Y aproveché para hacer aquellas cosas que no acostumbro a llevar al día últimamente, porque es cierto que cuando uno decide compartir espacio físico con otra persona, pierde una pequeña parcela de identidad y la mezcla de alguna manera con la identidad de su compañero/a, como diría la Ministra de Igualdad. Se enriquece mucho, se gana un poso importante que te ayuda a otras muchas cosas, pero ese tiempo que a veces te apetece dedicar a la soledad, el refugio de los valientes o de los estúpidos, como la llamaba no sé quién, se estrecha.

Así pues, en este fin de semana, en el que no salí apenas de casa excepto para organizar un par de cosas, aproveché para volver a ver 'El precio del poder' y comprobar cómo ha envejecido la obra de Brian de Palma. Vi después, soportando los bostezos que me había provocado Tony Montana, 'American ganster'. No pude con ella. Ridley Scott es uno de los directores que más desilusiones ha conseguido aportarme. Alien y Blade Runner me gustaron mucho. Cine de los 80 que sabe a clásico y que aguanta el paso del tiempo con un aroma especial, pese a esa mierda de los montajes del director con los que el menda ha tratado de reavivar la llama 20 años después... El caso es que 'American ganster' es un pastiche insoportable. El padrino del siglo XXI. Mis cojones. Lo mejor es el arte de la carátula del DVD, donde no se le ve la cara ni al pesado de Denzel Washington ni al turras de Russell Crowe. Las actuaciones, nefastas, planas, sin profundidad alguna... El guión, absolutamente previsible en cada plano, aburrido y plomizo. Y la música... ¿cómo cojones puedes hacer una película en el NUeva York de los 70 y que la música sea mala? Sólo Scott lo sabe...

El caso es que compré American Ganster porque venía en un pack con 'Promesas del Este', la tercera película de gansters que vi ese fin de semana. Compensó los malos ratos anteriores. Mantengo lo que dije en su día de la obra de Cronenberg. Una maravilla en todos los sentidos.

Aproveché para leer, para escuchar música (hacéos con lo que podáis de North Missisippi All Stars y de Lightspeed Champion... sus últimos discos son cojonudos de verdad)... y también para echar de menos la vida de soltero, la casa de mamá, las partidas con mi hermano... y después para echar de menos a Laura. Supongo que en ese refugio de valientes o de estúpidos no tengo sitio de momento en largas temporadas.

Siento no actualizar más a menudo, pero tenemos un mes de trabajo... de cojones. A ver si acaba pronto.

Una curiosa descripción

Una curiosa descripción

Es de Brendan Behan;

"Yo, personalmente, detesto a los cantantes folk. Los fusilaría a todos, pese a que yo también soy cantante, o al menos lo fui hasta que mi laringe sucumbió al exceso de cigarrillos. Además, dicen muchas mentiras. Cogen un viejo banjo y se hacen llamar cantantes folk. (...) No me importa si estos tipos son negros o blancos, o si cantan sobre Dios, sobre los sufrimientos de los pescadores de San Salerno o sobre los recogedores de ostras de la bahía de Chesapeake o Sheepshead, o como se llame: si lo que quieren es cantar, que canten y punto. No tienen por qué llamarse cantantes folk. Si yo fuera soltero y joven, supongo que podría soportar sus malditos lamentos, gemidos y acordes de mandolina, y recomendaría a otros jóvenes que lo hicieran. Podría soportar a los tipos con barba -no hay nada malo en llevar barba, además así se les reconoce- y podría soportar a las chicas con el pelo a lo Mona Lisa, y podría sentarme en el suelo, porque deben quemar las sillas allí donde tocan. Aparentemente nadie tiene la impresión de que una silla sea el lugar adecuado para sentarse a escuchar los gemidos de un tipo... Pese a todo, siempre hay chicas encantadoras por el lugar, sentadas por la hierba y por el suelo y mirando con reverencia cómo canta sus canciones la última importación de las Montañas Apalaches. Si la chica está muy absorta, puedes bajárselo de golpe susurrando a su oído que el tipo es gay. Si esto falla, puedes ir y comprarte una maldita mandolina y, por más que seas del Lower East Side, cambiar tu acento y decir que acabas de llegar de Kentucky.
En todo caso, las nuevas generaciones han decidido que el Village es el lugar y yo no soy nadie para llevarles la contraria. De hecho, creo que tienen razón: allí se bebe mucho vino".

 

Brendan Behan,
'Mi nueva York'
1964

Alegrías del incendio

Alegrías del incendio

Mientras el fuego subía por la escalera de aquel edificio viejo, ella sólo podía pensar en los libros que había leído, en que malgastó tiempo buscando lo que realmente le gustaba, y en que se dejó los relatos de Melville sobre la mesilla. Llevaban allí varias semanas, pero sólo había sido capaz de ojear un par de ellos. Sin embargo, a los conocidos a los que quería impresionar, les decía que había leído cientos de veces algunos y, metida en una espiral de mentiras y estereotipos, que tenía el libro subrayado y carcomido por el uso. Lo mismo le sucedió con todos esos discos que le hacían sentir triste y que tan de moda estaban, o con aquellas películas cuyos carteles circundaban las paredes de los locales que frecuentaba. 'Si salgo de esta, juro que cambiaré', se dijo en voz baja, casi a su propio oido.

Una semana después se acercó al centro comercial más cercano y compró un ejemplar de Obras seleccionadas de Borges. La cubierta era preciosa.

Algo mejor

Bueno, nuestro querido Borja (Frankeinstein, en los enlaces, a la .... ¿derecha?...) ha conseguido apañar un tanto la página. Nunca me ha gustado trastear con la informática. Me aburre tremendamente. De hecho perdí un buen trabajo en Yahoo porque me la sudaba bastante la comunidad 2.0 y todo este tipo de postmoderneces. Me gustan los aparatejos sencillos de utilizar: la minicadena, ... la minicadena y.... alguna cosa más. No es que sea un zote total. Sé utilizar algunos programas informáticos (Photoshop, Quark...) pero de verdad que esto del blog, más allá de subir UNA foto y escribir tres tonterías... Poco más. Gracias Borjita. A ver si eres capaz de quitar la mierda esa del color tierra de abajo, que es una peste. Y el encabezamiento, cojonudo.

Blogia apesta

No soy capaz de quitarle a mi querido editor de bitácoras este maravilloso color terruzco que sale debajo de las letras. Encima, si tienes una pantalla un poco pequeña, el logo de Dylan baja hasta los infiernos, o más allá. Que me pase a blogia plus...

Un buen disco

Un buen disco

De momento, y a falta de tiempo, motivación y jugo para escribir algo decente, legible e interesante, os propongo un disco que me ha gustado especialmente. Ayer tuve la suerte de poder entrevistar a un tipo que me ha regalado muchas noches escuchando buena música. José ignacio Lapido es un tipo formidable que hace una música espectacular. Su último disco, 'Cartografía', merece más atención de lo que le están prestando al granadino.

Su música la conocí hace tiempo, a través de los Hermanos Dalton, dulce juventud. A él le conocí ayer. Y ahora tengo dos motivos para seguir escuchando lo que hace.

PD: Suena a post pelota, pero de veras merece la pena. Y para que podáis ver una pequeña muestra, aunque es del disco anterior.

Más difícil todavía

El hombre de los trucos fáciles me pide tiempo

promete convertir mi furia en resignación

si no rezo un padrenuestro

nunca tendré su bendición.

 

Sólo veo señales de peligro indefinido

mi libro de instrucciones no me da una solución

síntomas del nuevo siglo

la misma desesperación

 

Vamos a intentar el más difícil todavía

Vamos a cambiar las reglas de la realidad

Vamos a curar heridas con agua bendita

Y a olvidar, a olvidar, a olvidar...

 

Llevo tatuado "amor y odio" en los nudillos

tengo reservado día a la revolución

Robert Johnson va conmigo

Y me canta su triste canción.

 

Vamos a intentar el más difícil todavía

Vamos a cambiar las reglas de la realidad

Vamos a apagar el fuego con gasolina

Y a olvidar, a olvidar, a olvidar...

 

Vamos a intentar el más difícil todavía

Vamos a cambiar las reglas de la realidad

Vamos a curar heridas con agua bendita

Y a olvidar, a olvidar, a olvidar...

 

Recuerdo y futuro

Recuerdo y futuro

Si tuviera que recoger hoy, aquí, sobre la pantalla algunos momentos que recuerdo con especial agrado, no podría evitar casualidades temporales, en primer lugar. Hace siete años pasé mi primera noche con Laura. Nunca la pedí salir. Ni entonces, ni más adelante. Ahora vivimos juntos. Supongo que esa noche está en el ranking de momentos felices por motivos evidentes: siete años y el futuro es bastante, creo yo. Aquella noche en cuestión vimos a Loquillo y a Antonio Vega en la Plaza del Dos de Mayo. No fueron grandes conciertos, pero los guardo en la memoria como si lo hubieran sido. La memoria tiene esas cosas. Es la culpable de los engaños más dulces. Supongo que por eso sigo viendo a Antonio Vega mejor de lo que dicen las imágenes.

Tonight, the night is ours

Tonight, the night is ours

Por cierto, el otro día estuve con Laura viendo La noche es nuestra, de James Gray. Repiten Mark Walhberg y Joaquin Phoenix con el director en una historia que mezcla de manera exquisita conceptos básicos que suelen no estar discutidos en el cine norteamericano. Supongo que la película acaba por traicionar de alguna manera esta sublevación de principios inicial (la familia es intocable, los hermanos siempre se llevan bien, etc) pero es realmente entretenida y Eva Mendez es un cañón. Besos.

Corrientes circulares en el tiempo

Corrientes circulares en el tiempo

¿No os pasa a veces que tenéis una semana tan complicada que necesitáis desconectar cuando llega el viernes, y cuando llega el fin de semana estáis tan cansados que no podéis desconectar de la semana? Luego se perfila el fin del domingo y sientes una losa enorme que se te acerca...

London town again

Preparar un viaje con más de 4 meses de antelación tiene sus riesgos, porque nunca puedes prever lo que te va a pasar cuando pisas un lugar. Laura y yo decidimos, gracias a un regalo de nuestros padres, viajar de nuevo a Inglaterra para terminar de ver lo que nos quedaba de Londres y descubrir el sur de la isla: Canterbury, Bath... Pero la realidad es que, como decía hace no demasiado, cualquier plan es inútil cuando Londres está por medio. 

Londres es una ciudad con una personalidad tan definida que acabas por cogerle aprecio como a una persona. Leí hace poco a un autor que decía que la neblina y la calima que hay en Londres casi constantemente te empapa el alma y te ensucia el pelo a partes iguales. Y no le faltaba razón. Caminar por Bloomsbury hasta Oxford Street, que nieve en Portobello Road y que veas a los supuestos anticuarios recogiendo sus pertenencias sin ninguna prisa, que el viento salvaje haga que Tower bridge se queje doliente, ver una pista de tenis en las praderas de la Torre de Londres, entrar a ver un debate en la Cámara de los comunes, caminar por la City desde Holborn, pasar por Fleet Street sin ver ni periodistas ni barberos, entrar en Kensington Gardens y ver cómo brilla el Royal Albert Hall... Todo eso es Londres. 

Sumando todas mis visitas, ya he estado en la ciudad cerca de un mes. Y me sabe a poco.

Sick again...

Sick again...

Una semana después de regresar de Londres, luego haré algo sobre el viaje, estoy de nuevo en la cama con faringitis. En Inglaterra llovió, hizo viento y nevó, pero no caí. Ha sido pisar Madrid y mi garganta ha vuelto a salir dañada. Supongo que eso de ir en moto tiene algo que ver, pero me siento un hombre débil cada vez que caigo, y este año ya van dos...

Por otra parte, la tarde de ayer me sirvió para ver otra película de Peckinpah: Pat Garret & Billy the Kid. James Coburn nunca tuvo fiebre, de eso estoy seguro... Por cierto, la película es tremenda, a la altura de Wild Bunch. Os la recomiendo de veras. 

Luego escribiré algo sobre Londres, ya que tengo tiempo.........

El cine

El cine

Siempre me gustó el sabor del cine. Su estética. Sus pequeños ritos catárquicos que te permitían ausentarte de lo que había fuera de la sala durante un par de horas. Sus pequeños ruidos, las linternas que se encienden para acomodar a los que llegan tarde (mi caso, en tal vez demasiadas ocasiones)... Las butacas fueron cambiando desde aquellas sillas del recinto de verano de Gandía donde mis tías solían llevarme, hasta convertirse en sillones con aparejos para dejar hasta el casco de la moto, donde si la película no cumple las espectativas, puedes echar un sueño placentero. La música de las promos, el ruido del proyector empezando a funcionar, la luz que permite que veas las motas de polvo que giran revoltosas por la sala... Son ritos maravillosos de los que disfrutas más en el recuerdo, en el sabor al paladear lo que has pasado. En el momento en el que las luces se apagan del todo, para mi, no hay palomitas, acomodadores o cabezas delante. Sólo hay magia, aunque pueda sonar a cursi.

En los últimos años han desaparecido los cines que solía visitar cuando era pequeño. Casi se han difuminado hasta sus nombres, y los carteles se han transformado en enormes construcciones con viviendas para solteros de nueva generación. Los cines de barrio desaparecen, aunque no seré yo el que se queje por el avance. A aquellos que prefieren el sabor de lo añejo, les comprendo. Pero sigo pensando que las nuevas salas tienen muchas ventajas y mejores condiciones para disfrutar de las películas, aunque últimamente estoy descubriendo un enorme e inexplorado mundo en el DVD. Buenas ediciones, versiones originales impagables de clásicos que no puedes ver en la gran pantalla y la oportunidad de revisar algunas cosas que antaño no te terminaron de convencer. Una que siempre me convenció fue El hombre tranquilo, el ocaso luminoso del más grande director de todos los tiempos: John Ford. La vuelta a sus orígenes, la recreación portentosa de cómo un hombre baja del ring y sigue combatiendo contra los mismos fantasmas que le acosaban antes. Y además, Maureen O'Hara está tan guapa como el cielo irlandés. Y ya que estáis, no dudéis en haceros con La diligencia y Centauros del desierto, que andan en las series medias de todos los hipermercados de España... y da pena que se agoten antes los DVD's de Transformers que estos............

La nueva España (y felicidades, mamá)

La nueva España (y felicidades, mamá)

A un par de días de las elecciones, un post curioso acerca de dos anécdotas que han sucedido hace poco. Primera. Mi barrio es una colonia obrera desde hace más de 40 años, lleno de pequeños comercios montados entre varias familias y sin concesiones al liberalismo por motivos cercanos al día a día. El sábado pasado, tras una semana intensa de campañas de PSOE y PP con sus coches arriba y abajo, con sus músicas (¿os habéis fijado en que todo el mundo sabe tararear la música institucional del PP y muy poca gente la del PSOE?), Laura me comentó que había visto en la puerta del centro comercial de La Vaguada a un aleccionado voluntario de AuN (Alianza por la Unidad Nacional) a voz en grito comentando sus propuestas electorales, entre las que destacan, evidentemente, la masiva repatriación de inmigrantes, venidos a chorizear y a quitarnos el pan y las mujeres. Es decir, algo como lo que ha dicho Rajoy, pero a lo bruto. Mi barrio es una colonia obrera desde hace más de 40 años... y es el barrio de Madrid capital con el mayor crecimiento de población inmigrante. Os podéis imaginar el tiempo que estuvo semejante individuo en la puerta de La Vaguada.


Segunda anécdota. Venía hoy caminando hacia mi casa desde el metro cuando he oído un grito. Una señora iba a salir de su portal y tres chavales que no levantaban más de metro veinte del suelo, le han cerrado la puerta y le han pillado un pie. La señora ha emprendido un intento de Educación para la Ciudadanía callejero y se ha puesto a explicarles a los tres niños que hay que abrir y cerrar las puertas con cuidado, mostrando especial atención al más pequeño de todos (al menos al más bajito), que ojiplático observaba a la furibunda señora que, mezcla de profesora de posguerra y maruja enfurruñada, aleecionaba al muchacho con un 'Repite conmigo: D-E-S-P-A-C-I-O. ¿Lo has entendido? A ver, dilo tú". El niño no respondía. La miraba pero no desenfundaba. Al cuarto DESPACIO, su compañero de la derecha le ha contestado: "Señora, es que es de fuera, no le está entendiendo".  Cuando pasaba a su lado, la señora seguía empeñada en que el pobre niño búlgaro repitiera D-E-S-P-A-C-I-O. 

Las conclusiones son más que evidentes, ¿no? Buena jornada de reflexión. 


PD: Mi madre celebra su cumpleaños el sábado, día de la mujer trabajadora. No podía haber nacido en una efeméride más justa. Se admiten donaciones y regalos desinteresados, que además estrena casa. Un beso, mamá. 

Good night and good luck

Good night and good luck

La verdad es que he notado que cuando escribo sobre cine, los comentarios menguan... Tendré pocos lectores cinéfilos. Simplemente un pequeño apunte sobre los Oscar de este año. Los hermanos Cohen han repetido en esta edición con 'No es país para viejos' lo que hizo Martin Scorsese el año pasado con Infiltrados: ganar un oscar por una de sus películas menos importantes. Los Cohen tenían Fargo, Muerte entre las flores, Oh Brother o El gran Lebovsky como cintas que definían de una manera mucho más concluyente su cine. En Scorsese ni siquiera me detengo, porque eludir Toro Salvaje o Taxi Driver, que son parte fundamental del cine del siglo XX, me parece ridículo, como su Oscar por Infiltrados, que es una película curiosa, pero que para nada será recordada por nada más allá del premio de marras. 

Por lo demás, el premio para Bardem me parece muy justo, aún no he visto Pozos de ambición ni Juno, por lo que no puedo hablar ni de Daniel Day Lewis ni del guión original. Supongo que el premio de Lewis viene a ser un pequeño reflejo de lo de los Cohen y Scorsese que comentaba antes: uno de los mejores actores vivos haciendo una película arriesgada. Por otra parte, ¿no le damos demasiada importancia a los premios? 

Por lo demás, en líneas generales, mi vida sigue por cauces inexplorados. Mi trabajo es, cuando menos, curioso. La vida en casa es estupenda pese a echar de menos en momentos puntuales cosas que solía hacer antes. Y en las próximas vacaciones viajo a Inglaterra de nuevo. Podré enseñar a Laura el poblado medieval de Canterbury, las callejas de Oxford y, si me da tiempo, podré conocer Bath. Pero el tiempo en Inglaterra siempre es poco cuando Londres está por medio... 
Y ahora, como decía ZP, buenas noches y buena suerte. 
(El martes trataré de hacer un pequeño resumen sobre los debates electorales... si alguien no lo remedia antes) 

Dos pequeñas joyas

Dos pequeñas joyas

La semana pasada he conseguido ir al cine a ver un par de películas que tenía atragantadas. Me explico. Sale una peli. Me esfuerzo en ir a verla. Surgen millones de asuntos que, en el momento en el que ven la luz, parecen primordiales. Los atiendes. Dejan de ser primordiales y la película que tenías ganas de ver desaparece de la cartelera, porque en este país seguimos haciendo más caso a Rambo que al Valle de Elah. El caso es que el miércoles fui a ver lo último de Paul Haggis, con un Tommy Lee Jones en estado de gracia. Una fábula que supera la moralidad vacía de lo bueno y lo malo (qué malos los americanos por ir a Iraq, qué buenos los iraquíes, pobrecitos ellos y toda esa fanfarria llena de ruido interesado) y se asoma a los dilemas morales del post Iraq con todas las consecuencias. La manera de narrar de Haggis me parece, además, espectacular. No hace caso a esa doble moral tan americana y se centra en un discurso esencial, que llena de un halo de trascendencia necesario y olvidado en el cine (y acaso en la cultura) actual. Es el martillo de la crítica al calor de una historia bien contada. Si acaso le puedo sacar críticas, que es como ver una canción mala en un disco de 20 temas de los cuales 19 son cojonudos, es el aparente maniqueísmo del final, algo naif y acomplejado para el resto de la película. De todas maneras, imprescindible. Por cierto, y al cabo de esta peli. Leí una entrevista realmente interesante a Martin Amis, en la que apuntaba verdades como puños: la actual sociedad occidental es superior moralmente al regimen talibán, por ejemplo. De hecho, el periodista, intrigado, cuestionaba al provocador tras la máxima. Y el tipo la mantenía, con dos cojones. ¿Cómo no voy a ser superior yo a un tipo que le tira piedras a los perros? decía el escritor inglés... Muy curioso. Acaba de sacar libro, por cierto. 

El viernes pasé a buscar a Laura y nos acercamos a ver 'Sweeny Todd', la película más oscura que ha filmado hasta hoy Tim Burton. Un musical (apenas hay diálogos, así que los que aborrezcáis el cine cantado evitadla) en el que el protagonista no deja entrever momento alguno de bondad. Todas las películas de Burton (es cierto que el guión de ésta no es suyo, sino que está basado en un cuento probablemente escrito al calor de una época en la que los asesinatos en Londres estaban a la orden del día) tienen un intrincado escalafón ético en el que el personaje demonizado por todos tiene: bien motivos para ser malvado, bien escapatoria para dejar de serlo, bien no era malvado en absoluto. En esta historia el barbero navajero es malo de cojones y se entrega a la venganza a pesar de que se le ofrecen salidas. Por otro lado, la película es muy recomendable. Hasta divertida, si no sois aprensivos... Y Johnny Depp canta, y no lo hace mal. 
La semana que viene, Pozos de ambición, de mi adorado Daniel Day Lewis. Veremos si el director le ha dado tanta manga ancha como dicen... Un Paul Thomas Anderson del que ya he leído comparaciones con Kubrick... Nada menos... 

Mis tripas

Mis tripas

Muchas veces hemos leído que los sentimientos están alojados en el corazón. Me has roto el corazón, a heartbreak, te doy mi corazón, tómalo, tuyo es mío no... Mis sentimientos están alojados en el estómago, en las tripas. Probablemente haya lugares menos asquerosos para albergar determinadas sensaciones, pero siempre me ha funcionado de esta manera. Cuando me he sentido alegre, cuando algo me ha hecho daño, es un nudo en el estómago lo que sacude el resto del cuerpo. Cuando estoy nervioso, cuando algo me sobrevuela, cuando tengo una 'corazonada' (de nuevo el puto corazón). Todo a las tripas. Es un órgano sincero. Y hoy me duele la tripa...

Por cierto, y aprovechando que he sacado cinco minutos para escribir. Sacad tiempo para releer, rescuchar y revisar. Es uno de los grandes placeres de la vida cogerle nuevas vetas a una madera que creías pulida. Esta semana he vuelto a ver 'El golpe', me he vuelto a leer 'El aleph' de Borges y he vuelto a escuchar, una vez más, 'Car wheels on a gravel road' de Lucinda Williams. Ella también me revuelve el estómago.

Historias de Londres, historias de Nueva York, historias de Madrid

Historias de Londres, historias de Nueva York, historias de Madrid

Llevo casi una semana en cama, con una pandilla de bacterias anidando entre mis amígdalas (decían que sirven para evitar infecciones en la garganta... pero si las tienes en las amígdalas... supongo que dios se dio un respiro cuando hizo las amígdalas, o se las dejó al becario o algo así) y no: no he aprovechado el tiempo para nada. Ni he leído una sola página de un libro, ni una viñeta de un comic, ni he escuchado un solo acorde, ni he escrito nada. Sólo he estado acostado, sudando, jodido, sin poder tragar ni saliva y lleno de dolores, temblores y pastillazos. Lo bueno para este post es que, justo antes de estar tan jodido, acabé dos libros de uno de mis ídolos periodísticos de nuestro país. Enric González, corresponsal de El País en Roma, antes en Nueva York y antes en Londres, ha escrito dos pequeñas joyas, de esas que son tan complicadas de encontrar.  Dos libros de viaje sobre sus ciudades de referencia tanto a nivel profesional como a nivel personal, que es lo que realmente importa. Londres aparece en el libro de González como una ciudad alejada de clichés, sin ataduras formales ni concesiones al vaivén político: una ciudad libre, en la que puedes encontrar un monumento a los perdedores a tan sólo una milla de los clubes de caballeros más exclusivos del planeta, donde preguntas si te sirven un oporto de 1847 y te preguntan si realmente lo quieres portugués o lo prefieres de más al sur... Curiosidades, historias y deliciosas pastas de té mojadas en el Serpertine de Hyde Park. 

El libro que dedica a Nueva York, por su parte, está más dedicado a la memoria de sus días allí. Comenta que es una ciudad para la que tienes que estar preparado, porque de tan conocida que parece, confiere una sensación tan enorme de soledad que podría destrozar al hombre más acompañado del mundo. Hace que tus recuerdos te pesen en los hombros como cagadas de paloma. 
Cuando El País decida relegarle de su corresponsalía en Londres completará el triunvirato de las ciudades que más he visitado en mi vida. Dos veces cada una, excepto Londres, tres. Vaya, cuatro, cuando vuelva en Semana Santa con Laura y unos amigos. Roma será una parada obligada en breve, estoy seguro, cuando los tipos de interés y el euribor nos den un respiro. De Nueva York ya me despedí en su día. Y no me arrepiento.