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In my life

Back to the 80's

Back to the 80's

La semana siguiente a la que murió Antonio Vega el recopilatorio que su casa de discos tenía preparado desde hacía ya mucho tiempo salió a la calle. No terminó de ser lo que esperaban, aunque vendió, explicablemente, una buena ristra de cedeses. El caso es que, en esta cultura bobalicona en la que nos movemos, la muerte de un artista es una buena excusa para acercarse a su obra a un precio más que razonable y con la seguridad de que vamos a encontrarnos a miles de críticos y pseudo críticos analizando sus temas, las portadas de sus discos o sus actuaciones más memorables. Habrá dos tipos de escribientes: los que caigan en la más profunda de las melancolías y recuerden lo maravilloso que era el difunto (no tenéis más que mirar mi post anterior, ese que escribí hace cosa de 2 meses), aunque lo mezclen con una pose de indiferencia, o los que directamente decidan ir cómodamente a contracorriente y poner al fiambre a caer de un guindo: que si era un yonki, que se llevaba arrastrando 15 años, que si tuvo un par de buenas canciones y 100 terribles...

Estos días, ante la muerte de Michael Jackson se me plantea una disyuntiva. ¿Es necesario escribir algo sobre este pollo? Le reconozco talento, qué duda cabe, pero en realidad su estilo de música siempre me fue un poco indiferente. Además, como nunca he pasado más allá de sus discos recopilatorios o sus grandes temas, me parece que no tengo datos como para hacerle justicia. Honestamente, me da una pereza espantosa. ¿Con qué me puedo quedar, entonces? A riesgo de parecer tremendamente superficial, con sus salidas de tono: Jackson pertenecía, aún hoy en el año 2009, a los años 80. No había escapado de allí, cuando hacía Thriller y aparecía en la portada con el cachorro de un tigre a lo Jesulín de Ubrique, otrora tan criticado. Cuando salían los chistes sobre su persona en El Jueves, acerca de su identidad sexual o sus indumentarias paramilitares aniñadas para todos los públicos. Cuando vendía millones de discos y la estética del videoclip se retorcía cada vez que él sacaba un single. En esa época, este tipo era digno de mención.

Los últimos años, a este menda se le recuerda por todo lo contrario, pero en eso no entraré, porque serviría para definirme y hemos quedado en que no es lo que buscamos con este post... Baste una reflexión para acabar: Thriller vendió más de 50 millones de discos. Desde ese momento, Michael Jackson nunca supo superar esa meta. Su muerte ha conseguido que Thriller, Off the wall, Bad, Invincible y varios recopilatorios de los Jackson 5 entren en las listas de los discos más vendidos, tanto a través de Internet como en venta directa. Lo que no venza una buena exclusiva...

Murió el arquitecto de la melancolía

Murió el arquitecto de la melancolía

Antonio Vega ha fallecido hoy en Madrid por un cáncer de pulmón. Supongo que son demasiados recuerdos para ponerme bravo y no publicar esta entrada aquí. Hacía tiempo que no iba a verle, hacía tiempo que no compraba sus discos, pero el pasado se hace presente siempre en momentos como este. Si escribes, por cierto, Antonio Vega y heroina en Google te aparecen más de 12.000 entradas.

3 meses

No sé si es mucho o poco tiempo; un tercio de un embarazo, un trimestre, casi la mitad de una Liga, lo que tardé en leerme Guerra y Paz... El caso es que 3 meses sin un solo comentario en el blog dan qué pensar. Probablemente sea poco interesante lo que escribo, o haya caído en cierta manera de monotonía... A veces da la sensación de que esta especie de mar sin orilla que es Internet supone que te puedan leer miles de personas o que no te lea nadie.......... Es una sensación curiosa.

El estado de derecho...

El estado de derecho...

Dejé por una temporada larga de leer El País durante mis años de facultad. No por nada; ganas de llevar la contraria, supongo, cuando todos los profesores nos decían que era el mejor periódico de nuestro país. Ahora lo he vuelto a leer, porque El Mundo está en de KO técnico y Público me parece un periódico satírico.

El caso es que Enric González y Carlos Boyero son dos de los periodistas que más admiro. Ya he hablado de ellos en más de una ocasión. El jueves pasado, El País decidió no publicar esto:

Rodeados

ENRIC GONZÁLEZ

No he visto aún el arranque de Operación Triunfo, en Telecinco. En realidad, a la hora de escribir estas líneas (19.30 del miércoles), el cuerpo me pide que me abstenga. Pero cuando el hipotético lector tenga este periódico en las manos, o en la pantalla, las cosas habrán empeorado. Y yo, con toda probabilidad, me habré autolesionado con un electrodoméstico, con un televisor, concretamente. O sea, habré visto OT. Y habré asistido a la presentación de Ramoncín, paladín de la propiedad intelectual y de los derechos de autor, como miembro del ilustre jurado. Es de suponer que para entonces, mi mañana y su hoy, andaré aún peor de ánimo. Quién iba a decirle a uno que acabaría añorando a Risto Mejide.

Lo que puede ir mal, va mal. Eso ya lo sabíamos. Aun así, resulta difícil no apenarse ante el presunto fichaje de Francisco Rivera, también conocido como Kiko o como Paquirrín, por parte de Sé lo que hicisteis (La Sexta). La gracia de ese programa solía consistir en la aparente distancia con que se abordaban las monstruosidades televisivas: emitían trocitos de basura, pero era basura ajena, fenómenos frikis de otros espacios, de otras cadenas, y envolvían el producto con una ironía sarcástica. La incorporación del señor Rivera, como monologuista, aprendiz de monologuista o lo que sea, constituye un cambio cualitativo: Sé lo que hicisteis incorpora su propio monstruito. Si Ana Rosa Quintana tiene a Belén Esteban, ellos tienen al señor Rivera. Francamente, no creo que puedan reírse los unos de los otros. Si acaso, podrán comparar la magnitud de sus respectivas tragedias.Todo esto induce al pesimismo.

Uno lo ve todo negro. No quiero ponerme en lo peor, pero cualquier día, en cualquier empresa, van a rebajar el sueldo a los obreros para financiar la ludopatía bursátil de los dueños. Ya sé que exagero, que esas cosas no pasan. Pero antes tampoco pasaban cosas como la de Ramoncín y Paquirrín, y ya ven. Como decía Manolo Vázquez Montalbán, estamos rodeados.

 

Censura en el adalid de la libertad y del Estado de derecho... Es una noticia. González faltó a su cita del viernes y el domingo. Hoy lunes ha publicado esto:

Derechos

ENRIC GONZÁLEZ

Visto lo que ha dado de sí en los últimos 10.000 años, el humano debería tener una opinión bastante matizada sobre sí mismo: somos capaces de lo mejor y de lo peor. En general, hacemos lo peor y soñamos lo mejor. La Constitución Española, por ejemplo, establece el derecho a la salud, la educación, el empleo o la vivienda. Luego la realidad es la que ustedes conocen. Otro ejemplo de nuestra intensa vida onírica es el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión". Ya ven.

Justamente ayer, el hoy en el que escribo, se celebró (es un decir) el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Se publicaron informes y comentarios, en general de tono apesadumbrado. Dicen que la crisis, la general y la de los medios, limita la libertad de prensa. Ignacio Sotelo considera que "cuando escasean los puestos de trabajo, las voces independientes bajan mucho de tono". Es posible.

Cuando se está en precario conviene establecer prioridades. Y, francamente, las opiniones no son ahora mismo un bien escaso. Lo que está en peligro, lo que debemos defender, es la información. Es decir, los cimientos de la prensa. Los periódicos nacieron para difundir noticias portuarias, comerciales y sociales, no para la batalla ideológica: eso llegó después. Necesitamos saber lo que hace el Gobierno, y eso nunca lo dirá ningún Gobierno; necesitamos disponer de datos fehacientes sobre la banca, las empresas, la justicia, el sistema sanitario, sobre los delincuentes que nunca pagarán su crimen y sobre los otros delincuentes, los que sólo pueden usar la violencia. Necesitamos datos. Necesitamos periodismo.

No se preocupen si un día echan en falta una opinión: tienen de sobra por ahí y, sobre todo, ya tienen ustedes la suya. Preocúpense por lo otro, por lo que nos hace realmente falta. Como decía Manuel Vázquez Montalbán, estamos rodeados. Falta por ver si este asedio acabará como Numancia o como Stalingrado.

Madurar, supongo

Madurar, supongo

Siempre me obsesionó bastante el molesto indicativo de la madurez, tal vez porque siempre consideraron que era un 'niño bastante adulto'. Síndrome de Peter Pan, lo llaman, a la patología por la cual te niegas a crecer psicológicamente, aferrándote a la sensación de seguridad que produce la infancia. Me parece una patología curiosa, no exenta de cierta dosis de poesía. Decía Rilke que la verdadera patria es la niñez. Supongo que se refería a una infancia bonita... Bonita palabra, a fin de cuentas, niñez. Es tremendamente evocadora; te lleva al olor de palomitas, a cuando te producía cierto respeto salir de tu barrio o a la primera vez que fuiste al cine sin la compañía de tus padres. Mi niñez me transporta a casa de mis abuelos, a la portería de Doctor Fleming donde vivían, al Escorial, a las rodillas descarnadas, a la primera vez que hiciste el ancho de la piscina buceando y se convirtió en uno de los grandes logros del verano.
Supongo que uno crece y se da cuenta de ello cuando la gente que le consolaba cuando lloraba se deja ver llorar o cuando quienes le ayudaban a crecer le piden ayuda. No es un momento especialmente agradable, pero no cabe duda de que la vida nunca fue ni justa ni agradable para quienes la miran de frente, sin querer añadir ni un ápice de melodrama al tema.
Probablemente uno se convierte en adulto cuando conoce los tres tipos de traición. Cuando traiciona a alguien; cuando se traiciona a si mismo; y cuando es traicionado. Ójala fuera un momento que no llegara. En ese momento sabe de qué va el asunto. En ese momento entiende que Scorcesse es grande, conoce a Celine y coquetea con Robert Johnson. Le deja de gustar Ray Loriga, porque le parece que juega demasiado con la idea falsa de su propio fatalismo, escucha menos los discos indies cuyas portadas jalonaban la carpeta de la Universidad y valora la soledad y los momentos familiares de otra manera. Te dicen que has cambiado, pero supongo que eso es madurar. Y supongo que no es tan malo. Madurar consiste en dejar de creerse víctima de las circunstancias. Me gusta esa forma de pensar.

Happy nu year, almost 30

Happy nu year, almost 30 Ya me dijeron que sin Facebook y sin actualizar el blog era más complicado que la gente se acordara de tu cumpleaños... En fin, que me encamino hacia los 30, la edad en la que los personajes de Friends se debatían entre si tomar café al Central Perk o ir a jugar al fútbol a Central Park. Me sigue haciendo gracia, no os creáis, pero la vida cerca de los 30 se asemeja más a otras cosas. Y más ahora, que vienen tiempos jodidos. El caso, y a lo que iba, es que el otro día Jens me devolvió mi guitarra. Se la presté en tiempos inmemoriales para que recuperase su gusto por la música, algo que había dejado lejos, en su país. La guitarra en cuestión es una Epiphone de Gibson, del modelo Special. Nada del otro mundo en cuanto a lo musical. Una guitarra que tiene más valor sentimental que de cualquier otro tipo; me la regalaron mis padres cuando cumplí 18 años. La tengo en el cuarto pequeño de mi casa y estos días, desde que pasé a buscarla el jueves pasado, me ha hecho, sobretodo, pensar. Es curioso lo que consiguen los objetos cuando les dotas de cierta alma, de un hálito de recuerdo, de pasado... Mucho más que de futuro, porque el pasado siempre puede volver y el futuro puede no llegar nunca. En fin, que a los pocos que resistís y volvéis por aquí de vez en cuando, feliz 2009.

La primera vez

La primera vez Es el primer sábado desde verano en el que no tengo trabajo. ¿Sabéis lo que voy a hacer? NADA! Ayer, por cierto, estuvimos viendo a Le Punk en directo. Un grupo de esos que merecen la pena. No hacen post folk, su nombre no es el de un granjero de Alabama y su puesta en escena es de lo más sencilla. Pero son tremendamente potentes, divertidos y enérgicos. Os los recomiendo mucho. Y ahora, me voy a rascar el higo. Abrazos.

Thanx

Más de cien personas vinieron a vernos ayer tocar al Juglar. Gracias.

¿Nueva era?

Supongo que ya asi todos estamos vacunados contra el futuro, y más en estos tiempos un poco más grises que los de ayer. El escepticismo y la duda son constantes, más teniendo en cuenta que Bush ha sido, probablemente junto a otros cerebros como Ford o Carter, el peor presidente de la historia de EEUU. La confianza en este tipo de ascendencia africana, estudios asiáticos y afiliación occidental, no obstante, empieza por buen camino cuando ha votado más gente que en las anteriores elecciones. Habrá que ver lo que le dejan hacer los lobbys y las empresas que le han financiado, pero nadie podrá negar que el tipo tiene gancho...

Popurrí

Popurrí Ante la avalancha de trabajo de este último mes, una avalancha que me ha impedido casi todo (siento no haber podido ir al concierto, Peter...) he visto dos cosas. La primera, que hacía tiempo que no actualizaba. La segunda, que tampoco era una cosa que me importara tanto. Ya lo he dicho alguna ocasión: cuando estás todo el día juntando letras, cuando quieres descansar lo que menos te sale es sentarte a escribir más. Supongo que cuando esté algo más tranquilo recuperaré el tiempo perdido de alguna manera y me compensaré.
No obstante, es inevitable hablar de crisis en estos días. Vivimos una situación jodida, angustiosa, llena de vericutos que impiden una correcta comunicación al respecto de la misma. El otro día entrevisté al Presidente de las Bolsas y Mercados españoles. Coincidió con el segundo peor día de su carrera (según me dijo su jefe de prensa): el Ibex había registrado la segunda mayor caída de su historia. En el momento en el que me lo dijo, no sé si condicionado por los titulares de los periódicos o por escuchar todas las mañanas a Francino, pensé que probablemente no sería la última vez que pronunciaría esa frase, y que la mañana siguiente el parqué del piso de abajo, donde estaba la Bolsa, volvería a resentirse. De todas maneras, me quedo con algo que me dijo Zoido, que así se llama el menda en cuestión: esta época es como si hubieras estado una temporada poniéndote morado. Has comido mucho y bien, has bebido, te has divertido... ahora resulta que no te vale ni un pantalón y que el médico te ha aconsejado que aflojes un poco tu ritmo de vida. El mercado es igual. Ahora toca la época de la dieta.
¿Cuál creo que es el verdadero problema de esta historia de la crisis? Que no tenemos ni puta idea de por qué suceden las cosas. Es decir. Los analistas aparecen a posteriori y nos cuentan lo malas que eran las subprime, o que la burbuja inmobiliaria española lo hace todo más difícil... Nadie es capaz de anticiparse a la noticia. Luego, por otra parte, el común de los mortales que intenta informarse sobre lo que sucede no consigue acceder a un lenguaje clarificador y lo único que quiere ver es que ha bajado el Euribor y que va a tener un respiro. '¿Más dieta, señor Zoido? Si llevo comiendo pan con pan dos meses...'
En otro orden de cosas, el otro día terminé un par de cosas. Shortcomings, de Adrian Tomine, y algunos libros que tenía a medias. La solución final, de Chabon, De qué hablamos cuando hablamos de amor, de Carver... He comenzado a leer los cuentos de Kipling. De momento son increíbles, aunque llevo sólo 50 páginas...
En música, como siempre voy a la zaga y espero a que Pedrito actualice su blog para volver a escuchar algo novedoso. Tratando de soportar la espera, escucho a Duke Ellington y a Wes Montgomery... El otro día, por cierto, escribió mi admirado Enric González una cosita en El País semanal sobre Robert Johnson. Un motivo más para escucharle, de verdad... haced caso a un hombre sin tiempo....

Demasiado real

Demasiado real Estoy terminando estos días de leer 'El periodista deportivo', de Richard Ford, el primero de una trilogía que amablemente Anagrama me envió a principios de verano, coincidiendo con la publicación en castellano de la última entrega. Hay quien ha catalogado a Ford como un veraz heredero de Hemingway, o un continuador de R. Carver. Incluso hay quien ha metido a Faulkner en el ajo. Creo que no tiene tanto que ver con ellos como con otros autores más actuales. Su manera ácida y desgarradora de retratar esa clase media aburguesada de la costa este, ese cúmulo de circunstancias premeditadamente anodinas y carentes del interés que pudiera despertar el contexto de las novelas de los anteriores... me ha parecido sublime. Incluso da miedo el verse retratado en algunos momentos en la piel del protagonista. Demasiado real, supongo... Por cierto, ya no estoy de vacaciones.

Sudor

Sudor Joder, qué calor. Notar cómo resbala una gota de sudor mientras escribes algo es casi catárquico. Ganarás el pan con el sudor de tu frente, decían… Hoy me he parado a pensar en una entrevista que hice este año a un tipo auténtico. Un naturalista soriano que había descubierto que la mejor manera de ganarse la vida había sido a través del campo. Nació en un pequeño pueblo castellano, le hicieron pastor y él, tras pasar de manera esquiva y poco aferrada por diferentes empleos en diferentes ciudades entendió que la vocación se forja a base de ratos que uno considera decentes mientras otras personas, en las mismas circunstancias, podrían morir de aburrimiento o de agotamiento. O simplemente, no podrían hacerles frente, sin más. En la entrevista hubo una frase que me pareció sublime, de alguien que mientras te mira a los ojos sabe que te va a transmitir algo, un pequeño legado, un presente. Sin falsa modestia ni pretensiones de grandeza tampoco. Sólo una frase útil para momentos delicados. Nos pasamos la vida recogiendo cosas y luchando por no perderlas. A veces también cagándola para perderlas sin remedio. Estudios, la forja de un carácter, un trabajo, relaciones sociales, relaciones sentimentales, conflictos, odios, alegrías, cafeteras, sábanas, toallas, zapatos para ir al baile de fin de curso. Trajes para las entrevistas de trabajo, vales por una hora de gimnasio que nunca usas. Rescoldos de pan duro que se almacenan en la bolsa que cuelgas en el picaporte de la cocina. Frases bonitas, frases horribles que te suben el ánimo, trabajos bien hechos, ascensos, condecoraciones. Despidos improcedentes, ERE’s, compañeros. Canciones, libros que compras para que reposen en la estantería que quieres que todos vean. Fotos. Orgasmos. Lagrimeos fáciles, quejidos. Quejas con fundamento ante situaciones cotidianas. Periódicos viejos en los que sale tu foto. La persona que entrevisté, por cierto junto a un buen amigo, me dijo: ‘Nos pasamos la vida buscando aparejos para ser libres… ¿Hay algo más libre que un pájaro, que no tiene que hacerse la cama todos los días?’. Supongo que el hecho de que el entrevistado, un amigo de mi familia, muriera unos días después de hacerle la entrevista le confieren a sus palabras un peso específico. Supongo que en el trasfondo de todo, no sólo de esto, sino de prácticamente la totalidad de las cosas que nos suceden, está el saber ponderar los acontecimientos. La trascendencia es tremendamente relativa, ¿no os parece?

Brujuleando

He encontrado lo último que escribió el Niño Gusano, hace tan sólo un par de semanas. Es curioso...

Dejé mi país para ser etíope por un año.
Dejé de dictar para subordinarme.
 
Etiopía estaba bajo la nieve.
La fiebre la había helado.
 
El matadero de la Adis Abeba estaba abandonado.
Los buitres habían construido allí una nueva ciudad.
Los niños, como heraldos, soplaban los cuernos
arrancados de las reses.
Los ancianos se convertían en pergaminos.
 
El ganado se reducía a cenizas.
Los adivinos contemplaban el humo
y las heces.
Los brujos traducían los poemas del premio Loewe.
Nos dábamos por el culo sin cesar,
tiritando en las chozas.
 
Cada nevada exterminaba una tribu.
Nos quedábamos con sus cuerpos y con sus enseres.
 
Parecía que un sueño invernal
iba a terminar con el hambre.
 
Llegaron los renos y Santa Claus
y cargaron en el trineo los leones famélicos
que se exhibían en el palacio presidencial.
Le dimos un león a la uno,
dos a la dos, tres a antena tres, cuatro a la cuatro,
cinco a la cinco, seis a la sexta, una jirafa a la once,
todo el oro de África a todos los santos,
el único clítoris mayor de dieciocho años
al único dios.
 
El entrenador de dios,
colocó el clítoris africano en el centro del campo
de un chochito blanco
y lo hizo debutar en el mundial.

Ratejos

Ratejos Últimamente, cuando he sacado un rato, he leido algunas cosas interesantes. He vuelto a escuchar música de los 90. He visitado algunos lugares comunes. He imaginado dónde me iría de vacaciones. He vuelto a ver algunas fotos y pensado en algunos amigos. Supongo que sigo siendo un sentimental, qué le vamos a hacer.
¿Qué he leido? Los relatos de Faulkner. ¿Qué he escuchado? De nuevo, Oasis y Manic Street Preachers. Les he vuelto a envidiar... ¿Qué lugares comunes he visitado? Aquellos días en los que tenía un grupo de música y lo pasaba bien. El calor cuando era niño era fácil de solucionar, porque el calor significaban vacaciones. Hoy es algo más complicado...

¿Qué queríais? ¿Que no pusiera nada?

¿Qué queríais? ¿Que no pusiera nada?

En el fondo, todos tenemos nuestro pequeño patriota dentro... Por un día está bien que nos lo podamos creer, ¿eh?

Un fin de semana solo... No sólo un fin de semana

Un fin de semana solo... No sólo un fin de semana

Hace un par de semanas Laura se fue a pasar el fin de semana con su familia a la playa y me quedé en casa solo. Y aproveché para hacer aquellas cosas que no acostumbro a llevar al día últimamente, porque es cierto que cuando uno decide compartir espacio físico con otra persona, pierde una pequeña parcela de identidad y la mezcla de alguna manera con la identidad de su compañero/a, como diría la Ministra de Igualdad. Se enriquece mucho, se gana un poso importante que te ayuda a otras muchas cosas, pero ese tiempo que a veces te apetece dedicar a la soledad, el refugio de los valientes o de los estúpidos, como la llamaba no sé quién, se estrecha.

Así pues, en este fin de semana, en el que no salí apenas de casa excepto para organizar un par de cosas, aproveché para volver a ver 'El precio del poder' y comprobar cómo ha envejecido la obra de Brian de Palma. Vi después, soportando los bostezos que me había provocado Tony Montana, 'American ganster'. No pude con ella. Ridley Scott es uno de los directores que más desilusiones ha conseguido aportarme. Alien y Blade Runner me gustaron mucho. Cine de los 80 que sabe a clásico y que aguanta el paso del tiempo con un aroma especial, pese a esa mierda de los montajes del director con los que el menda ha tratado de reavivar la llama 20 años después... El caso es que 'American ganster' es un pastiche insoportable. El padrino del siglo XXI. Mis cojones. Lo mejor es el arte de la carátula del DVD, donde no se le ve la cara ni al pesado de Denzel Washington ni al turras de Russell Crowe. Las actuaciones, nefastas, planas, sin profundidad alguna... El guión, absolutamente previsible en cada plano, aburrido y plomizo. Y la música... ¿cómo cojones puedes hacer una película en el NUeva York de los 70 y que la música sea mala? Sólo Scott lo sabe...

El caso es que compré American Ganster porque venía en un pack con 'Promesas del Este', la tercera película de gansters que vi ese fin de semana. Compensó los malos ratos anteriores. Mantengo lo que dije en su día de la obra de Cronenberg. Una maravilla en todos los sentidos.

Aproveché para leer, para escuchar música (hacéos con lo que podáis de North Missisippi All Stars y de Lightspeed Champion... sus últimos discos son cojonudos de verdad)... y también para echar de menos la vida de soltero, la casa de mamá, las partidas con mi hermano... y después para echar de menos a Laura. Supongo que en ese refugio de valientes o de estúpidos no tengo sitio de momento en largas temporadas.

Siento no actualizar más a menudo, pero tenemos un mes de trabajo... de cojones. A ver si acaba pronto.

Una curiosa descripción

Una curiosa descripción

Es de Brendan Behan;

"Yo, personalmente, detesto a los cantantes folk. Los fusilaría a todos, pese a que yo también soy cantante, o al menos lo fui hasta que mi laringe sucumbió al exceso de cigarrillos. Además, dicen muchas mentiras. Cogen un viejo banjo y se hacen llamar cantantes folk. (...) No me importa si estos tipos son negros o blancos, o si cantan sobre Dios, sobre los sufrimientos de los pescadores de San Salerno o sobre los recogedores de ostras de la bahía de Chesapeake o Sheepshead, o como se llame: si lo que quieren es cantar, que canten y punto. No tienen por qué llamarse cantantes folk. Si yo fuera soltero y joven, supongo que podría soportar sus malditos lamentos, gemidos y acordes de mandolina, y recomendaría a otros jóvenes que lo hicieran. Podría soportar a los tipos con barba -no hay nada malo en llevar barba, además así se les reconoce- y podría soportar a las chicas con el pelo a lo Mona Lisa, y podría sentarme en el suelo, porque deben quemar las sillas allí donde tocan. Aparentemente nadie tiene la impresión de que una silla sea el lugar adecuado para sentarse a escuchar los gemidos de un tipo... Pese a todo, siempre hay chicas encantadoras por el lugar, sentadas por la hierba y por el suelo y mirando con reverencia cómo canta sus canciones la última importación de las Montañas Apalaches. Si la chica está muy absorta, puedes bajárselo de golpe susurrando a su oído que el tipo es gay. Si esto falla, puedes ir y comprarte una maldita mandolina y, por más que seas del Lower East Side, cambiar tu acento y decir que acabas de llegar de Kentucky.
En todo caso, las nuevas generaciones han decidido que el Village es el lugar y yo no soy nadie para llevarles la contraria. De hecho, creo que tienen razón: allí se bebe mucho vino".

 

Brendan Behan,
'Mi nueva York'
1964

Alegrías del incendio

Alegrías del incendio Mientras el fuego subía por la escalera de aquel edificio viejo, ella sólo podía pensar en los libros que había leído, en que malgastó tiempo buscando lo que realmente le gustaba, y en que se dejó los relatos de Melville sobre la mesilla. Llevaban allí varias semanas, pero sólo había sido capaz de ojear un par de ellos. Sin embargo, a los conocidos a los que quería impresionar, les decía que había leído cientos de veces algunos y, metida en una espiral de mentiras y estereotipos, que tenía el libro subrayado y carcomido por el uso. Lo mismo le sucedió con todos esos discos que le hacían sentir triste y que tan de moda estaban, o con aquellas películas cuyos carteles circundaban las paredes de los locales que frecuentaba. 'Si salgo de esta, juro que cambiaré', se dijo en voz baja, casi a su propio oido.

Una semana después se acercó al centro comercial más cercano y compró un ejemplar de Obras seleccionadas de Borges. La cubierta era preciosa.

Algo mejor

Bueno, nuestro querido Borja (Frankeinstein, en los enlaces, a la .... ¿derecha?...) ha conseguido apañar un tanto la página. Nunca me ha gustado trastear con la informática. Me aburre tremendamente. De hecho perdí un buen trabajo en Yahoo porque me la sudaba bastante la comunidad 2.0 y todo este tipo de postmoderneces. Me gustan los aparatejos sencillos de utilizar: la minicadena, ... la minicadena y.... alguna cosa más. No es que sea un zote total. Sé utilizar algunos programas informáticos (Photoshop, Quark...) pero de verdad que esto del blog, más allá de subir UNA foto y escribir tres tonterías... Poco más. Gracias Borjita. A ver si eres capaz de quitar la mierda esa del color tierra de abajo, que es una peste. Y el encabezamiento, cojonudo.

Recuerdo y futuro

Recuerdo y futuro Si tuviera que recoger hoy, aquí, sobre la pantalla algunos momentos que recuerdo con especial agrado, no podría evitar casualidades temporales, en primer lugar. Hace siete años pasé mi primera noche con Laura. Nunca la pedí salir. Ni entonces, ni más adelante. Ahora vivimos juntos. Supongo que esa noche está en el ranking de momentos felices por motivos evidentes: siete años y el futuro es bastante, creo yo. Aquella noche en cuestión vimos a Loquillo y a Antonio Vega en la Plaza del Dos de Mayo. No fueron grandes conciertos, pero los guardo en la memoria como si lo hubieran sido. La memoria tiene esas cosas. Es la culpable de los engaños más dulces. Supongo que por eso sigo viendo a Antonio Vega mejor de lo que dicen las imágenes.