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Back to the 80's

Back to the 80's

La semana siguiente a la que murió Antonio Vega el recopilatorio que su casa de discos tenía preparado desde hacía ya mucho tiempo salió a la calle. No terminó de ser lo que esperaban, aunque vendió, explicablemente, una buena ristra de cedeses. El caso es que, en esta cultura bobalicona en la que nos movemos, la muerte de un artista es una buena excusa para acercarse a su obra a un precio más que razonable y con la seguridad de que vamos a encontrarnos a miles de críticos y pseudo críticos analizando sus temas, las portadas de sus discos o sus actuaciones más memorables. Habrá dos tipos de escribientes: los que caigan en la más profunda de las melancolías y recuerden lo maravilloso que era el difunto (no tenéis más que mirar mi post anterior, ese que escribí hace cosa de 2 meses), aunque lo mezclen con una pose de indiferencia, o los que directamente decidan ir cómodamente a contracorriente y poner al fiambre a caer de un guindo: que si era un yonki, que se llevaba arrastrando 15 años, que si tuvo un par de buenas canciones y 100 terribles...

Estos días, ante la muerte de Michael Jackson se me plantea una disyuntiva. ¿Es necesario escribir algo sobre este pollo? Le reconozco talento, qué duda cabe, pero en realidad su estilo de música siempre me fue un poco indiferente. Además, como nunca he pasado más allá de sus discos recopilatorios o sus grandes temas, me parece que no tengo datos como para hacerle justicia. Honestamente, me da una pereza espantosa. ¿Con qué me puedo quedar, entonces? A riesgo de parecer tremendamente superficial, con sus salidas de tono: Jackson pertenecía, aún hoy en el año 2009, a los años 80. No había escapado de allí, cuando hacía Thriller y aparecía en la portada con el cachorro de un tigre a lo Jesulín de Ubrique, otrora tan criticado. Cuando salían los chistes sobre su persona en El Jueves, acerca de su identidad sexual o sus indumentarias paramilitares aniñadas para todos los públicos. Cuando vendía millones de discos y la estética del videoclip se retorcía cada vez que él sacaba un single. En esa época, este tipo era digno de mención.

Los últimos años, a este menda se le recuerda por todo lo contrario, pero en eso no entraré, porque serviría para definirme y hemos quedado en que no es lo que buscamos con este post... Baste una reflexión para acabar: Thriller vendió más de 50 millones de discos. Desde ese momento, Michael Jackson nunca supo superar esa meta. Su muerte ha conseguido que Thriller, Off the wall, Bad, Invincible y varios recopilatorios de los Jackson 5 entren en las listas de los discos más vendidos, tanto a través de Internet como en venta directa. Lo que no venza una buena exclusiva...

Murió el arquitecto de la melancolía

Murió el arquitecto de la melancolía

Antonio Vega ha fallecido hoy en Madrid por un cáncer de pulmón. Supongo que son demasiados recuerdos para ponerme bravo y no publicar esta entrada aquí. Hacía tiempo que no iba a verle, hacía tiempo que no compraba sus discos, pero el pasado se hace presente siempre en momentos como este. Si escribes, por cierto, Antonio Vega y heroina en Google te aparecen más de 12.000 entradas.

3 meses

No sé si es mucho o poco tiempo; un tercio de un embarazo, un trimestre, casi la mitad de una Liga, lo que tardé en leerme Guerra y Paz... El caso es que 3 meses sin un solo comentario en el blog dan qué pensar. Probablemente sea poco interesante lo que escribo, o haya caído en cierta manera de monotonía... A veces da la sensación de que esta especie de mar sin orilla que es Internet supone que te puedan leer miles de personas o que no te lea nadie.......... Es una sensación curiosa.

El estado de derecho...

El estado de derecho...

Dejé por una temporada larga de leer El País durante mis años de facultad. No por nada; ganas de llevar la contraria, supongo, cuando todos los profesores nos decían que era el mejor periódico de nuestro país. Ahora lo he vuelto a leer, porque El Mundo está en de KO técnico y Público me parece un periódico satírico.

El caso es que Enric González y Carlos Boyero son dos de los periodistas que más admiro. Ya he hablado de ellos en más de una ocasión. El jueves pasado, El País decidió no publicar esto:

Rodeados

ENRIC GONZÁLEZ

No he visto aún el arranque de Operación Triunfo, en Telecinco. En realidad, a la hora de escribir estas líneas (19.30 del miércoles), el cuerpo me pide que me abstenga. Pero cuando el hipotético lector tenga este periódico en las manos, o en la pantalla, las cosas habrán empeorado. Y yo, con toda probabilidad, me habré autolesionado con un electrodoméstico, con un televisor, concretamente. O sea, habré visto OT. Y habré asistido a la presentación de Ramoncín, paladín de la propiedad intelectual y de los derechos de autor, como miembro del ilustre jurado. Es de suponer que para entonces, mi mañana y su hoy, andaré aún peor de ánimo. Quién iba a decirle a uno que acabaría añorando a Risto Mejide.

Lo que puede ir mal, va mal. Eso ya lo sabíamos. Aun así, resulta difícil no apenarse ante el presunto fichaje de Francisco Rivera, también conocido como Kiko o como Paquirrín, por parte de Sé lo que hicisteis (La Sexta). La gracia de ese programa solía consistir en la aparente distancia con que se abordaban las monstruosidades televisivas: emitían trocitos de basura, pero era basura ajena, fenómenos frikis de otros espacios, de otras cadenas, y envolvían el producto con una ironía sarcástica. La incorporación del señor Rivera, como monologuista, aprendiz de monologuista o lo que sea, constituye un cambio cualitativo: Sé lo que hicisteis incorpora su propio monstruito. Si Ana Rosa Quintana tiene a Belén Esteban, ellos tienen al señor Rivera. Francamente, no creo que puedan reírse los unos de los otros. Si acaso, podrán comparar la magnitud de sus respectivas tragedias.Todo esto induce al pesimismo.

Uno lo ve todo negro. No quiero ponerme en lo peor, pero cualquier día, en cualquier empresa, van a rebajar el sueldo a los obreros para financiar la ludopatía bursátil de los dueños. Ya sé que exagero, que esas cosas no pasan. Pero antes tampoco pasaban cosas como la de Ramoncín y Paquirrín, y ya ven. Como decía Manolo Vázquez Montalbán, estamos rodeados.

 

Censura en el adalid de la libertad y del Estado de derecho... Es una noticia. González faltó a su cita del viernes y el domingo. Hoy lunes ha publicado esto:

Derechos

ENRIC GONZÁLEZ

Visto lo que ha dado de sí en los últimos 10.000 años, el humano debería tener una opinión bastante matizada sobre sí mismo: somos capaces de lo mejor y de lo peor. En general, hacemos lo peor y soñamos lo mejor. La Constitución Española, por ejemplo, establece el derecho a la salud, la educación, el empleo o la vivienda. Luego la realidad es la que ustedes conocen. Otro ejemplo de nuestra intensa vida onírica es el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión". Ya ven.

Justamente ayer, el hoy en el que escribo, se celebró (es un decir) el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Se publicaron informes y comentarios, en general de tono apesadumbrado. Dicen que la crisis, la general y la de los medios, limita la libertad de prensa. Ignacio Sotelo considera que "cuando escasean los puestos de trabajo, las voces independientes bajan mucho de tono". Es posible.

Cuando se está en precario conviene establecer prioridades. Y, francamente, las opiniones no son ahora mismo un bien escaso. Lo que está en peligro, lo que debemos defender, es la información. Es decir, los cimientos de la prensa. Los periódicos nacieron para difundir noticias portuarias, comerciales y sociales, no para la batalla ideológica: eso llegó después. Necesitamos saber lo que hace el Gobierno, y eso nunca lo dirá ningún Gobierno; necesitamos disponer de datos fehacientes sobre la banca, las empresas, la justicia, el sistema sanitario, sobre los delincuentes que nunca pagarán su crimen y sobre los otros delincuentes, los que sólo pueden usar la violencia. Necesitamos datos. Necesitamos periodismo.

No se preocupen si un día echan en falta una opinión: tienen de sobra por ahí y, sobre todo, ya tienen ustedes la suya. Preocúpense por lo otro, por lo que nos hace realmente falta. Como decía Manuel Vázquez Montalbán, estamos rodeados. Falta por ver si este asedio acabará como Numancia o como Stalingrado.

Lo peor de todo

Es el título de aquela novelita de Ray Loriga tan moderna y con tantas ganas de gustar. La leí con 19 años o así. Me gustó. La releí. Me pareció horrorosa. En fin. El caso es que lo peor de todo, realmente, no son los barquitos hechos con trozos de pinzas de tender en clases de manualidades. Lo peor de todo es ir viendo las cosas que has dejado escapar -o que has decidido dejar escapar- y comprobar que son mejores -o aparentemente mejores- que aquellas por las que apostaste.

Madurar, supongo

Madurar, supongo

Siempre me obsesionó bastante el molesto indicativo de la madurez, tal vez porque siempre consideraron que era un 'niño bastante adulto'. Síndrome de Peter Pan, lo llaman, a la patología por la cual te niegas a crecer psicológicamente, aferrándote a la sensación de seguridad que produce la infancia. Me parece una patología curiosa, no exenta de cierta dosis de poesía. Decía Rilke que la verdadera patria es la niñez. Supongo que se refería a una infancia bonita... Bonita palabra, a fin de cuentas, niñez. Es tremendamente evocadora; te lleva al olor de palomitas, a cuando te producía cierto respeto salir de tu barrio o a la primera vez que fuiste al cine sin la compañía de tus padres. Mi niñez me transporta a casa de mis abuelos, a la portería de Doctor Fleming donde vivían, al Escorial, a las rodillas descarnadas, a la primera vez que hiciste el ancho de la piscina buceando y se convirtió en uno de los grandes logros del verano.
Supongo que uno crece y se da cuenta de ello cuando la gente que le consolaba cuando lloraba se deja ver llorar o cuando quienes le ayudaban a crecer le piden ayuda. No es un momento especialmente agradable, pero no cabe duda de que la vida nunca fue ni justa ni agradable para quienes la miran de frente, sin querer añadir ni un ápice de melodrama al tema.
Probablemente uno se convierte en adulto cuando conoce los tres tipos de traición. Cuando traiciona a alguien; cuando se traiciona a si mismo; y cuando es traicionado. Ójala fuera un momento que no llegara. En ese momento sabe de qué va el asunto. En ese momento entiende que Scorcesse es grande, conoce a Celine y coquetea con Robert Johnson. Le deja de gustar Ray Loriga, porque le parece que juega demasiado con la idea falsa de su propio fatalismo, escucha menos los discos indies cuyas portadas jalonaban la carpeta de la Universidad y valora la soledad y los momentos familiares de otra manera. Te dicen que has cambiado, pero supongo que eso es madurar. Y supongo que no es tan malo. Madurar consiste en dejar de creerse víctima de las circunstancias. Me gusta esa forma de pensar.

Semana de cine

Semana de cine

Hace tiempo escribí por aquí una pequeña estupidez hablando de mis referentes, de mis favoritos, y diciendo que siempre tiraba de clásicos y que habitualmente olvidaba mentar a los nuevos directores que hacen cosas interesantes. Esta semana me he encontrado con Fincher y Mendes. No sólo de Wilder vive el hombre...

Esta semana he conseguido ir al cine con Lau un par de veces. Me tocaba elegir (los que tenéís pareja ya me entendéis: no siempre puedes ir a ver la película que tienes en mente. A veces tienes que ver la que tiene en mente la persona con la que vas... y me tocó ir a ver ’Valkiria’ hace un par de semanas... sin comentarios) Revolutionary Road primero, Benjamin Button después. De la primera, mucho que decir. Sam Mendes me parece un tipo que sabe dónde quiere ir. Crítico, ácido, con planteamientos tremendamente bien proyectados y con referentes clásicos excelentes, tanto a nivel cinematográfico como literario. Ya me parecieron muy buenas American Beauty y Camino a la perdición. Esta no me ha defraudado. La historia de una pareja con sueños imponderables que se pega de bruces con una realidad que anda lejos de lo que pretendía lograr es muy desgarradora, porque es imposible no verse reflejado al menos en alguna de las tramas de la misma. Di Caprio está creíble, que no es poco, aunque abusa de sus gestos y de cambiar el color de su cara para demostrar lo enfadado que está en algunas escenas. Winslet está soberbia con ese gesto que va de la risa nerviosa, esa que siempre surge cuando no entiendes qué pasa en tu vida, hasta la lágrima, nunca facilona, nunca excesiva. Por cierto, los últimos 20 minutos de película te ponen el cuerpo del revés. Sudé en el cine.

David Fincher es listo. Mucho. Si en sus comienzos hablaba de historias con un principio y un final cerrados (Alien 3 o Seven. incluso The game), sus películas más adultas hablan de un transcurso diferente de las cosas. Zodiac, injustamente olvidada por la crítica, me pareció sublime. Una película absolutamente pegada a la realidad donde la persecución desemboca en un punto que no tiene por qué ser el final de la misma. No pillan con un John Doe que juguetea con los protagonistas. Aquí el protagonista verdadero es la búsqueda en sí misma. El curioso caso de Benjamin Button es una película sobre la fugacidad de las cosas, sobre la imposibilidad de hacerlas eternas. Estoy en parte de acuerdo. La memoria es el único lugar del que no nos pueden arrebatar el dolor o la ilusión, pero a veces juega malas pasadas. La película encierra una filosofía más complicada que el hecho de que la historia en sí misma tenga una primera línea de visualización que discurre en torno a una historia realmente entretenida: un bebé que nace con una afección que le hace ir perdiendo edad físicamente. Nace viejo y va convirtiéndose en joven según pasan los días para él, aunque eso ya lo sabíais, que habréis leído 320932 crónicas y reseñas con la cara de Brad Pitt y esa señora tan estupenda, Cate Blanchet, que parece terríblemente una eslava. Ellos están muy bien, mucho. No me extrañaría que Pitt se llevara el Oscar, con tanto maquillaje y tanta entrega a una historia que, repito, si se toma en ese primer nivel resulta entretenida y resultona. No creo que Fincher quiera hablar de eso precisamente, pero esa es otra historia.

Kind of blue

Kind of blue

Estos días, no me pidáis la fecha exacta porque conozco la onomástica después de haber visto una noticia en CNN, se cumplen los 50 años del primer disco de jazz que me compré. No me lo compré hace 50 años, lógicamente. Es el Kind of blue, de Miles Davis. Sé perfectamente que no es el mejor músico de la historia. Sé perfectamente (ahora, al menos) que ni siquiera es el mejor trompetista de la historia, pero qué queréis... es un disco al que tengo cariño. John Coltrane dijo, cuando acabaron de grabar 'So what', que era el disco que iba a cambiar la historia de la música. No lo decía un cualquiera, eso está claro. No sé si consiguió cambiar nada, pero este disco, que se grabó en 10 horas, supuso la entrada del jazz en las bandas sonoras de todo tipo de oyentes. A mi me sirvió como puerta de entrada de un mundo en el que apenas he puesto un pie aún...

Happy nu year, almost 30

Happy nu year, almost 30

Ya me dijeron que sin Facebook y sin actualizar el blog era más complicado que la gente se acordara de tu cumpleaños... En fin, que me encamino hacia los 30, la edad en la que los personajes de Friends se debatían entre si tomar café al Central Perk o ir a jugar al fútbol a Central Park. Me sigue haciendo gracia, no os creáis, pero la vida cerca de los 30 se asemeja más a otras cosas. Y más ahora, que vienen tiempos jodidos. El caso, y a lo que iba, es que el otro día Jens me devolvió mi guitarra. Se la presté en tiempos inmemoriales para que recuperase su gusto por la música, algo que había dejado lejos, en su país. La guitarra en cuestión es una Epiphone de Gibson, del modelo Special. Nada del otro mundo en cuanto a lo musical. Una guitarra que tiene más valor sentimental que de cualquier otro tipo; me la regalaron mis padres cuando cumplí 18 años. La tengo en el cuarto pequeño de mi casa y estos días, desde que pasé a buscarla el jueves pasado, me ha hecho, sobretodo, pensar. Es curioso lo que consiguen los objetos cuando les dotas de cierta alma, de un hálito de recuerdo, de pasado... Mucho más que de futuro, porque el pasado siempre puede volver y el futuro puede no llegar nunca. En fin, que a los pocos que resistís y volvéis por aquí de vez en cuando, feliz 2009.

La primera vez

La primera vez

Es el primer sábado desde verano en el que no tengo trabajo. ¿Sabéis lo que voy a hacer? NADA! Ayer, por cierto, estuvimos viendo a Le Punk en directo. Un grupo de esos que merecen la pena. No hacen post folk, su nombre no es el de un granjero de Alabama y su puesta en escena es de lo más sencilla. Pero son tremendamente potentes, divertidos y enérgicos. Os los recomiendo mucho. Y ahora, me voy a rascar el higo. Abrazos.

Thanx

Más de cien personas vinieron a vernos ayer tocar al Juglar. Gracias.

Una canción que quiero tocar

Grande Franco. Mola esto de poner videos... Intentaré escribir algo más contundente la semana que viene. Por cierto, el viernes que viene toco con mi grupo Smokin' Lovin' Machine en El Juglar. Estáis invitados, previo pago de 6 pavos. Es lo que tiene la crisis...

¿Nueva era?

Supongo que ya asi todos estamos vacunados contra el futuro, y más en estos tiempos un poco más grises que los de ayer. El escepticismo y la duda son constantes, más teniendo en cuenta que Bush ha sido, probablemente junto a otros cerebros como Ford o Carter, el peor presidente de la historia de EEUU. La confianza en este tipo de ascendencia africana, estudios asiáticos y afiliación occidental, no obstante, empieza por buen camino cuando ha votado más gente que en las anteriores elecciones. Habrá que ver lo que le dejan hacer los lobbys y las empresas que le han financiado, pero nadie podrá negar que el tipo tiene gancho...

Popurrí

Popurrí

Ante la avalancha de trabajo de este último mes, una avalancha que me ha impedido casi todo (siento no haber podido ir al concierto, Peter...) he visto dos cosas. La primera, que hacía tiempo que no actualizaba. La segunda, que tampoco era una cosa que me importara tanto. Ya lo he dicho alguna ocasión: cuando estás todo el día juntando letras, cuando quieres descansar lo que menos te sale es sentarte a escribir más. Supongo que cuando esté algo más tranquilo recuperaré el tiempo perdido de alguna manera y me compensaré.
No obstante, es inevitable hablar de crisis en estos días. Vivimos una situación jodida, angustiosa, llena de vericutos que impiden una correcta comunicación al respecto de la misma. El otro día entrevisté al Presidente de las Bolsas y Mercados españoles. Coincidió con el segundo peor día de su carrera (según me dijo su jefe de prensa): el Ibex había registrado la segunda mayor caída de su historia. En el momento en el que me lo dijo, no sé si condicionado por los titulares de los periódicos o por escuchar todas las mañanas a Francino, pensé que probablemente no sería la última vez que pronunciaría esa frase, y que la mañana siguiente el parqué del piso de abajo, donde estaba la Bolsa, volvería a resentirse. De todas maneras, me quedo con algo que me dijo Zoido, que así se llama el menda en cuestión: esta época es como si hubieras estado una temporada poniéndote morado. Has comido mucho y bien, has bebido, te has divertido... ahora resulta que no te vale ni un pantalón y que el médico te ha aconsejado que aflojes un poco tu ritmo de vida. El mercado es igual. Ahora toca la época de la dieta.
¿Cuál creo que es el verdadero problema de esta historia de la crisis? Que no tenemos ni puta idea de por qué suceden las cosas. Es decir. Los analistas aparecen a posteriori y nos cuentan lo malas que eran las subprime, o que la burbuja inmobiliaria española lo hace todo más difícil... Nadie es capaz de anticiparse a la noticia. Luego, por otra parte, el común de los mortales que intenta informarse sobre lo que sucede no consigue acceder a un lenguaje clarificador y lo único que quiere ver es que ha bajado el Euribor y que va a tener un respiro. '¿Más dieta, señor Zoido? Si llevo comiendo pan con pan dos meses...'
En otro orden de cosas, el otro día terminé un par de cosas. Shortcomings, de Adrian Tomine, y algunos libros que tenía a medias. La solución final, de Chabon, De qué hablamos cuando hablamos de amor, de Carver... He comenzado a leer los cuentos de Kipling. De momento son increíbles, aunque llevo sólo 50 páginas...
En música, como siempre voy a la zaga y espero a que Pedrito actualice su blog para volver a escuchar algo novedoso. Tratando de soportar la espera, escucho a Duke Ellington y a Wes Montgomery... El otro día, por cierto, escribió mi admirado Enric González una cosita en El País semanal sobre Robert Johnson. Un motivo más para escucharle, de verdad... haced caso a un hombre sin tiempo....

Woody

Woody

Leía hace bien poco una columna de Enric González, el mejor periodista de este país, hablando sobre los genios. Por un lado, sobre la dificultad de mantener el nivel de excelencia en todo lo que hacen. Por otro, por el deber del público de no exigir ese nivel siempre. Se refería en un principio a series como Los Soprano o House y terminaba hablando de Woody Allen. La semana pasada fuimos Laura y yo a ver Vicky Cristina Barcelona y en seguida me alié con el periodista de El País. La película me pareció un pastiche insoportable, aunque reconozco que me reí, y no poco, con las apariciones de Penélope Cruz, lo mejor de la película y un soplo de aire fresco en una cinta que pretende ridiculizar todos los clichés mediterráneos y cae en todos ellos para que avance la narración. Lo que en otras películas del de Brooklyn está basado en la casualidad, en el azar o en el mero transcurrir de la vida y de las condiciones de las sociedades actuales, en esta supuesta sátira no tiene enganche, percha ni soporte alguno.

Además, si en la trilogía londinense, como han venido a llamar al exilio de Allen a la ciudad más bonita y más triste del mundo, los personajes utilizaban los recursos de la ciudad como escenarios en sí mismos (me acuerdo, por ejemplo, de aquella escena en Match Point en la que Scarlett Johansson y Jonathan Rhys-Meyers se encontraban en la Tate, que era un personaje más de la misma), en esta excursión a Barcelona, Allen se convierte en un turista japonés y se coloca detrás de la cámara sin tratar de sacar nada más que lo que el entorno mismo aporta. La azotea de La Pedrera, el Parque Güell o la Sagrada Familia están muy vistas en postales. Bien es cierto que Scarlett queda muy guapa en los encuadres y que Bardem es el actor que mejor hace de Bardem del mundo. Además, cuando sale Pé, la cosa es diferente y la narración fluye.

En fin. Lo que decía al principio suscribiendo lo que contaba Enric González. A un tipo que me ha regalado Balas sobre Broadway, Manhattan, Annie Hall, Delitos y faltas, Zelig o Desmontando a Harry no le puedo pedir lo mismo todos los años. Me conformaré con ver a Alvy Singer y a Annie Hall hablandome a los ojos mientras sueñan con una fila de enanitos siguiendo a Blancanieves.

Cine para todos...

Cine para todos...

O no tanto. Siempre ha habido en Hollywood directores lo suficientemente inteligentes para disfrazar sus obras. Aquello que en un principio parecía un western, acababa siendo una maravillosa película coral con historias que nada tenían que ver con los apaches y la búsqueda del oro. Lo que comenzaba siendo una road movie en la que una chica robaba mucho dinero y pasaba la noche en un motel de carretera, terminaba por ser un thriller tremendamente elaborado, que circulaba por las mentes del espectador, jugeteando con el siguiente plano. El cine de género y la eterna discusión de si los corsés temáticos destrozaban buenas películas. Yo por mi parte, no lo creo siempre que el director era bueno... Pero a lo que voy: no demasiados directores, pero sí algunos, han conseguido que sus películas aparentemente para todos los públicos, aparentemente super hits taquilleros sin nada que decir, fueran en realidad films que no sólo gustaban a aquellos que iban buscando lo primero, sino también a quienes querían más profundidad en la película. Este verano me ha pasado, evidentemente y colleja para el que no lo hubiera pensado ya, con Batman: el caballero oscuro, y con Wall-E.
La primera no sólo supone una introspección impresionante en la mente del malo (algo que no voy a repetir, porque habréis leido ya a 300 que lo han escrito mejor que yo), sino que consigue hacer un elogio nada circunstancial sobre la democracia, lo que defiende el teniente Gordon, y no Batman, que lucha contra Joker con sus mismas armas: anarquía, un comportamiento al margen de la ley... Es una visión más que curiosa, aunque bien es cierto que el accidente y el cambio de Dent lo cambian todo, pero esa es otra historia.
Wall-E, por su parte, es la primera película que he visto en mi vida en la que en la primera hora de duración no había diálogos y he disfrutado enormemente. Reconozco que Pixar termina por ser un poco maniquea, pero creo que es una película tan sumamente bien rodada, con tantas cosas buenas... Y por cierto: no es una historia sobre ecología. Es una historia de amor. Esa es la trampa, como pensar que Batman es una película de superhéroes, La Diligencia una de vaqueros o Psicosis una de polis y ladrones.

Heroes, cine, series

Heroes, cine, series

Soy de los que piensa que hay algunas series que han logrado convertirse en el verdadero paradigma de la evolución misma del cine. O pensándolo mejor, no en su evoución, sino en la recuperación de algunas esencias que se estaban perdiendo. Y es así, sobretodo, porque aportan concepciones originales y argumentos poco habituales. Están excelentemente rodadas, tienen unos guiones fabulosos, intérpretes cojonudos... y también es cierto que gozan de presupuestos que enmudecerían a las series españolas más caras y menos originales. Pero esa es otra historia. La HBO ha conseguido con Th wire, Los Soprano, Band of brothers o mi admirada Deadwood (de la que ya haré un post más amplio, porque es magistral) revolucionar la pequeña pantalla y que vea la tele más allá de los episodios repetidos de los Simpson y Padre de Falimia. Más allá de HBO también hay vida, por supueso. Sigo House, aunque la última temporada me pareció excesivamente impostada y carente del interés de las tramas de las anteriores, y soy absoluto fan de Heroes, pese a que la huelga de guionistas en EEUU ha conseguido que la segunda temporada esté por debajo, muy por debajo, de la primera. Ya me gustaban los comics de Loeb y Sale, pero el primero ha hecho junto a Kring un trabajo cojonudo y lleno de matices en la serie. Espero que la tercera temporada responda a las esperanzas que la primera consiguió que depositáramos en ella.

Demasiado real

Demasiado real

Estoy terminando estos días de leer 'El periodista deportivo', de Richard Ford, el primero de una trilogía que amablemente Anagrama me envió a principios de verano, coincidiendo con la publicación en castellano de la última entrega. Hay quien ha catalogado a Ford como un veraz heredero de Hemingway, o un continuador de R. Carver. Incluso hay quien ha metido a Faulkner en el ajo. Creo que no tiene tanto que ver con ellos como con otros autores más actuales. Su manera ácida y desgarradora de retratar esa clase media aburguesada de la costa este, ese cúmulo de circunstancias premeditadamente anodinas y carentes del interés que pudiera despertar el contexto de las novelas de los anteriores... me ha parecido sublime. Incluso da miedo el verse retratado en algunos momentos en la piel del protagonista. Demasiado real, supongo... Por cierto, ya no estoy de vacaciones.

Sudor

Sudor

Joder, qué calor. Notar cómo resbala una gota de sudor mientras escribes algo es casi catárquico. Ganarás el pan con el sudor de tu frente, decían… Hoy me he parado a pensar en una entrevista que hice este año a un tipo auténtico. Un naturalista soriano que había descubierto que la mejor manera de ganarse la vida había sido a través del campo. Nació en un pequeño pueblo castellano, le hicieron pastor y él, tras pasar de manera esquiva y poco aferrada por diferentes empleos en diferentes ciudades entendió que la vocación se forja a base de ratos que uno considera decentes mientras otras personas, en las mismas circunstancias, podrían morir de aburrimiento o de agotamiento. O simplemente, no podrían hacerles frente, sin más. En la entrevista hubo una frase que me pareció sublime, de alguien que mientras te mira a los ojos sabe que te va a transmitir algo, un pequeño legado, un presente. Sin falsa modestia ni pretensiones de grandeza tampoco. Sólo una frase útil para momentos delicados. Nos pasamos la vida recogiendo cosas y luchando por no perderlas. A veces también cagándola para perderlas sin remedio. Estudios, la forja de un carácter, un trabajo, relaciones sociales, relaciones sentimentales, conflictos, odios, alegrías, cafeteras, sábanas, toallas, zapatos para ir al baile de fin de curso. Trajes para las entrevistas de trabajo, vales por una hora de gimnasio que nunca usas. Rescoldos de pan duro que se almacenan en la bolsa que cuelgas en el picaporte de la cocina. Frases bonitas, frases horribles que te suben el ánimo, trabajos bien hechos, ascensos, condecoraciones. Despidos improcedentes, ERE’s, compañeros. Canciones, libros que compras para que reposen en la estantería que quieres que todos vean. Fotos. Orgasmos. Lagrimeos fáciles, quejidos. Quejas con fundamento ante situaciones cotidianas. Periódicos viejos en los que sale tu foto. La persona que entrevisté, por cierto junto a un buen amigo, me dijo: ‘Nos pasamos la vida buscando aparejos para ser libres… ¿Hay algo más libre que un pájaro, que no tiene que hacerse la cama todos los días?’. Supongo que el hecho de que el entrevistado, un amigo de mi familia, muriera unos días después de hacerle la entrevista le confieren a sus palabras un peso específico. Supongo que en el trasfondo de todo, no sólo de esto, sino de prácticamente la totalidad de las cosas que nos suceden, está el saber ponderar los acontecimientos. La trascendencia es tremendamente relativa, ¿no os parece?

Brujuleando

He encontrado lo último que escribió el Niño Gusano, hace tan sólo un par de semanas. Es curioso...

Dejé mi país para ser etíope por un año.
Dejé de dictar para subordinarme.
 
Etiopía estaba bajo la nieve.
La fiebre la había helado.
 
El matadero de la Adis Abeba estaba abandonado.
Los buitres habían construido allí una nueva ciudad.
Los niños, como heraldos, soplaban los cuernos
arrancados de las reses.
Los ancianos se convertían en pergaminos.
 
El ganado se reducía a cenizas.
Los adivinos contemplaban el humo
y las heces.
Los brujos traducían los poemas del premio Loewe.
Nos dábamos por el culo sin cesar,
tiritando en las chozas.
 
Cada nevada exterminaba una tribu.
Nos quedábamos con sus cuerpos y con sus enseres.
 
Parecía que un sueño invernal
iba a terminar con el hambre.
 
Llegaron los renos y Santa Claus
y cargaron en el trineo los leones famélicos
que se exhibían en el palacio presidencial.
Le dimos un león a la uno,
dos a la dos, tres a antena tres, cuatro a la cuatro,
cinco a la cinco, seis a la sexta, una jirafa a la once,
todo el oro de África a todos los santos,
el único clítoris mayor de dieciocho años
al único dios.
 
El entrenador de dios,
colocó el clítoris africano en el centro del campo
de un chochito blanco
y lo hizo debutar en el mundial.