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In my life

Tonight, the night is ours

Tonight, the night is ours Por cierto, el otro día estuve con Laura viendo La noche es nuestra, de James Gray. Repiten Mark Walhberg y Joaquin Phoenix con el director en una historia que mezcla de manera exquisita conceptos básicos que suelen no estar discutidos en el cine norteamericano. Supongo que la película acaba por traicionar de alguna manera esta sublevación de principios inicial (la familia es intocable, los hermanos siempre se llevan bien, etc) pero es realmente entretenida y Eva Mendez es un cañón. Besos.

Corrientes circulares en el tiempo

Corrientes circulares en el tiempo ¿No os pasa a veces que tenéis una semana tan complicada que necesitáis desconectar cuando llega el viernes, y cuando llega el fin de semana estáis tan cansados que no podéis desconectar de la semana? Luego se perfila el fin del domingo y sientes una losa enorme que se te acerca...

Sick again...

Sick again... Una semana después de regresar de Londres, luego haré algo sobre el viaje, estoy de nuevo en la cama con faringitis. En Inglaterra llovió, hizo viento y nevó, pero no caí. Ha sido pisar Madrid y mi garganta ha vuelto a salir dañada. Supongo que eso de ir en moto tiene algo que ver, pero me siento un hombre débil cada vez que caigo, y este año ya van dos...
Por otra parte, la tarde de ayer me sirvió para ver otra película de Peckinpah: Pat Garret & Billy the Kid. James Coburn nunca tuvo fiebre, de eso estoy seguro... Por cierto, la película es tremenda, a la altura de Wild Bunch. Os la recomiendo de veras. 

Luego escribiré algo sobre Londres, ya que tengo tiempo.........

La nueva España (y felicidades, mamá)

La nueva España (y felicidades, mamá) A un par de días de las elecciones, un post curioso acerca de dos anécdotas que han sucedido hace poco. Primera. Mi barrio es una colonia obrera desde hace más de 40 años, lleno de pequeños comercios montados entre varias familias y sin concesiones al liberalismo por motivos cercanos al día a día. El sábado pasado, tras una semana intensa de campañas de PSOE y PP con sus coches arriba y abajo, con sus músicas (¿os habéis fijado en que todo el mundo sabe tararear la música institucional del PP y muy poca gente la del PSOE?), Laura me comentó que había visto en la puerta del centro comercial de La Vaguada a un aleccionado voluntario de AuN (Alianza por la Unidad Nacional) a voz en grito comentando sus propuestas electorales, entre las que destacan, evidentemente, la masiva repatriación de inmigrantes, venidos a chorizear y a quitarnos el pan y las mujeres. Es decir, algo como lo que ha dicho Rajoy, pero a lo bruto. Mi barrio es una colonia obrera desde hace más de 40 años... y es el barrio de Madrid capital con el mayor crecimiento de población inmigrante. Os podéis imaginar el tiempo que estuvo semejante individuo en la puerta de La Vaguada.

Segunda anécdota. Venía hoy caminando hacia mi casa desde el metro cuando he oído un grito. Una señora iba a salir de su portal y tres chavales que no levantaban más de metro veinte del suelo, le han cerrado la puerta y le han pillado un pie. La señora ha emprendido un intento de Educación para la Ciudadanía callejero y se ha puesto a explicarles a los tres niños que hay que abrir y cerrar las puertas con cuidado, mostrando especial atención al más pequeño de todos (al menos al más bajito), que ojiplático observaba a la furibunda señora que, mezcla de profesora de posguerra y maruja enfurruñada, aleecionaba al muchacho con un 'Repite conmigo: D-E-S-P-A-C-I-O. ¿Lo has entendido? A ver, dilo tú". El niño no respondía. La miraba pero no desenfundaba. Al cuarto DESPACIO, su compañero de la derecha le ha contestado: "Señora, es que es de fuera, no le está entendiendo".  Cuando pasaba a su lado, la señora seguía empeñada en que el pobre niño búlgaro repitiera D-E-S-P-A-C-I-O. 

Las conclusiones son más que evidentes, ¿no? Buena jornada de reflexión. 


PD: Mi madre celebra su cumpleaños el sábado, día de la mujer trabajadora. No podía haber nacido en una efeméride más justa. Se admiten donaciones y regalos desinteresados, que además estrena casa. Un beso, mamá. 

Peligro: los 30 asoman

Peligro: los 30 asoman

Llevaba bastante sin escribir. Tampoco es que no haya tenido tiempo, es simplemente que a veces, si te ganas la vida escribiendo, cuando tienes algo de descanso también te apetece dejar de escribir una temporada. En este breve lapso (unos 15 días, si no me equivoco) he tenido mis primeras navidades en casa, con todo lo que ello supone, mi primer fin de año con Laura, los Reyes... y mi cumpleaños, que fue ayer. Los cumpleaños, habitualmente, son fechas que deprimen. Al menos a mi. Te sientes un poco como un catalizador del Universo entero, casi cuaquier cosa que acontece pasa a través tuyo. Todo te lo acabas por relacionar, todo te lo echas encima. Además, echas en falta llamadas de algunos amigos que dejaste en el tintero, algún detalle en concreto... Aunque, como ya he dicho otras veces, lo que peor me sienta de mi cumpleaños es ver cómo la vida te va llevando por donde ella quiere sin apenas consultarte. Un mal chofer, sin duda. Luego, por otra parte, y bien es cierto, tengo pocos motivos para no ser feliz. Supongo que el simple hecho de tener perspectivas sobre lo que sea debería empujarte hacia un estadio superior, y así voy a tratar que sea. 28 años... no está mal. Veremos.

Por cierto, grandes regalos estos días. Entre ellos, el catálogo de la Agencia Magnum. Una pasada.

Vive y deja morir

Vive y deja morir Volvía de comer hoy con un compañero y he visto algo que me ha asaltado la memoria como un matón de colegio en busca de tu bocadillo. Qué cojones, en la vida me asaltaron por el bocata como en los libros de Tom Sawyer. Era por asuntos siempre más adultos. El caso es que atravesando el Parque Móvil, aquel reducto por el que caminaba como recurso B para ir a casa de mis abuelos en Cuatro Caminos cuando era crío, y volviendo a la oficina, he visto un cartel que tenía en mi cuarto en El Escorial. El cartel era bien simple, casi rozando lo absurdo. El mensaje que cala en un crío. La cara de un gigantesco oso pardo (aún me pregunto si tiene la culpa Walt Disney, como de casi todo, de que los osos nos parezcan pequeños animales encantadores) estaba enmarcada por unas horribles letras verdes que rezaban 'Vive y deja vivir'. Con el tiempo recuerdo que cambié aquel lema por el 'Vive y deja morir' de McCartney, que fue hasta banda sonora de una peli de James Bond. Y ahora tal vez con 'Vive y déjame en paz' tendría suficiente... No quiero parecer grosero, de todas maneras. Feliz Navidad a todos. A los que veo y a los que no, a los que leo y a los que me leen, a los que quiero y a los que me la sudan. Incluso a los que añoro y me esfuerzo en no llamar cuando me sobrevuela la morriña. Son las cosas de la memoria, de aquellos paraísos perdidos que recuperamos sólo a base del esfuerzo. Si me da tiempo, y estos días espero que así sea, escribiré alguna otra cosilla antes de Nochevieja. A ver si es verdad...PD: El otro día escribí un maravilloso post sobre Los Hermanos Dalton, pero nuestro querido proveedor de bitácoras, premiado en el lustro pasado, sigue dando problemas de vez en cuando, y robando líneas…

 

Varios

Varios

Como aquellas cintas que nos grabábamos cuando la doble pletina llegó a casa de manera casi mística unas navidades. Aún tengo alguna carátula pintada con aquellos rotuladores que de vez en cuando remojabas en alcohol para que vivieran un poco más. Tenían un encanto especial aquellas cintas. Buscabas la canción perfecta para enlazar con la siguiente. Si querías ligar con una niña, le grababas una cinta con canciones que ella, por supuesto, desconociera pero que dijeran las cosas que tú no podías lanzarle a la cara. A veces funcionaba. Si no, tenías una cinta de puta madre. También recuerdo las cintas pirata que vendían en la feria de El Escorial los gitanos. Mi padre compró Potro de rabia y miel en una ocasión, lo recuerdo perfectamente. Yo compré una de Paul McCartney. No creo que eso defina a nadie, aunque de pequeño me encantaba coger la raqueta de tenis y hacer que tocaba la guitarra. No sabía que él tocaba el bajo... Yo acabé siendo Ringo.

El caso es que volví el domingo de Navarra, de pasar el puente con Laura. Como siempre, un buen viaje. Allí se vive de otra manera, se respira de otra manera, se come de otra manera. Vamos, se come más, no nos vamos a engañar. Tal vez se vive más también, aunque no estoy del todo seguro, porque vivir no son cinco días aunque haya vidas que podrían resumirse en menos tiempo. Pero a lo que iba. Respiras a diario en tu trabajo casi para conseguir unos días de vacaciones, trabajas para tener una estabilidad económica que te permita disfrutar de tu tiempo libre y al final apenas tienes tiempo libre, o no ganas lo bastante como para disfrutarlo como te gustaría... A veces me hago la siguiente pregunta: ¿Cuál es el objeto de mi trabajo? Vaya, ¿para qué cojones trabajo? Mi amigo Javi, que allí nos acogió junto a su mujer, María, me contaba que en la República Dominicana había casas a pie de mar por menos de 10 kilos. ¿Vendemos todo, nos entregamos a la vida contemplativa con lo que nos quede, y nos dedicamos a beber ron y a engordar a base de langosta el resto de nuestras vidas?

Escribir

Escribir

El otro día charlaba con un escritor. No diré su nombre, porque si no parecería un post sobre lo guay que soy y la gente tan interesante con la que hablo, y el mensaje de verdad se perdería como las famosas lágrimas en la lluvia, como el barro que se va desprendiendo de tu zapato en un día de lluvia. Pisas un alcorque, se impregna en tu zapato. Algo parece que queda, pero cuando llegas al 'Welcome Home' que reza tu felpudo se desprende y se queda esperando que alguien lo trasplante de nuevo. Tal vez se quede ahí para siempre y nadie lo atienda más. El tipo con el que hablaba se gana la vida escribiendo. Me pidió unos textos, porque le gustó mucho el guión de la entrevista que le hicimos, y porque compartíamos referentes. Pero en un momento de mi charla con él no pude menos que decirle que no era escritor, que en la puta vida me iba a poder ganar la vida escribiendo únicamente, porque no tengo la paciencia ni el talento suficientes. Él rió. Recuerdo cuando comencé COU. Soñaba con vivir escribiendo. Ahora veo mi sombra reflejada en ese barro del zapato que cayó tras un puntapié inmisericorde y recuerdo las palabras de Pacino; no se cambia, se pierde fuerza. ¿Me gustaría vivir escribiendo? A quién no, supongo. El verdadero problema es que me afectan demasiado las cosas y no logro exorcizarlas a través del teclado, como me pasaba antes. Ya veremos hacia donde sigo caminando.

Las mesas de oficina siempre despertaron mi curiosidad. A fin de cuentas, uno pasa más tiempo en la mesa de su trabajo que en su casa. De esta manera, supongo, que uno puede conocer a alguien casi de la misma manera sabiendo cómo es su mesa diaria que el salón de su casa.

En mi mesa tengo muchas cosas. Unos 20 discos a mano izquierda, de entre los que destaco dos recopilaciones de Mojo, otras dos de Uncut, un Grandes éxitos de Hank Williams, el Harvest de Neil Young, el último de Pernice Brothers, el recopilatorio de El Inquilino Comunista y lo que ha sacado Dylan esta semana, que me mandaron ayer. A mano derecha, los discos que no me gustan pero que tengo que escuchar: desde un homenaje a Noel Nicola hasta la música del musical del Dúo Dinámico... un poco de todo.

Detrás del cubilete de lapiceros tengo una foto en la que río junto a Laura con la catedral de Nôtre Damme detrás. A orillas del Sena uno siempre tiene motivos para sonreir. Un minidisc con un micro, un par de pendrives, mis gafas y una veintena de libros completan mi pequeño espacio laboro-vital. Los libros, a pachas entre los que tengo que leer y los que debo leer. El último de Sánchez Dragó, al que entrevisté esta semana, Exégesis de lugares comunes, de León Bloy, el Libro de réquiems, de Wiesenthal, el último libro de Philip Roth, Everyman (un coñazo, por cierto) y alguno más. Y en medio de todo aquel girigay, yo.

Odio rectificar...

Odio rectificar... Pero tiene razón Laura. A veces parezco pesimista, lleno de contradicciones y sin parapetos que me defiendan de una vida ruinosa y abocada la más absoluta de las desdichas. Y no es así. Soy más feliz que nunca. Tengo  miles de motivos para sonreir: cuando llego a mi casa y veo a Laura, cuando me despierto a su lado, cuando como con mi madre y mi abuela lentejas, cuando veo a mi hermano sonreir porque le van bien las cosas, cuando compruebo que entiendo y conecto con mi padre, cuando quedo con alguien a tomar una caña y acabo borracho, cuando me llega un disco que me gusta a la oficina, cuando pienso en mi próximo viaje...A veces soy feliz incluso por cosas que ya no tengo, aunque suene un poco gilipollas. Amigos que se han quedado en el tintero esperando una página en blanco, grupos que no salieron adelante, músicas que se quedaron dentro de su caja con la bailarina de puntillas encima sin saber a dónde mirar. Incluso amigos que no lo eran y que se cruzaron en tu vida en un momento dado. Son recuerdos, pedazos de cerebro llenos de pasado, goteando una realidad que fue ilusoria en su día y que me alegra haber dejado atrás. Pero es como haber leído un libro malo, o haber ido al cine a ver algo que no te gustó. ¿Te vas a arrepentir? ¿Sirve para algo? Vete al cine la próxima vez y elige mejor...  

 

A veces mucho, a veces no tanto...

A veces mucho, a veces no tanto...

Tengo un amigo al que le ocurre lo mismo que a mi: sólo sé escribir de noche. Estos días en los que tengo más trabajo que nunca, llego a casa y doblo las rodillas al pie de la cama. Y apenas escribo nada. Espero recuperar el tono, no por el blog, evidentemente, sino porque lo echo de menos. El tiempo libre es una de las mejores cosas que hay.... Por lo demás, estoy teniendo muchísimas oportunidades de escuchar nueva música. Y eso sí está muy bien; un compañero me ha pasado la colección completa de singles de la Motown hasta el 71. Es espectacular. No sé cómo podía haber estado tanto tiempo dejando pasar ese tipo de música.... Besos.

La intransigencia de la muerte

La intransigencia de la muerte Me resulta curioso cómo se ha desarrollado este mes de septiembre. Han fallecido Francisco Umbral, peridista y escritor, Antonio Puerta, futbolista, José Luis de Villalonga, vividor (cómo me gusta esa profesión), Emma Penella, estanquera de Vallecas y actriz. De momento. La muerte es un acontecimiento curioso a la par que desgarrador. Decía Umbral que no tenía miedo alguno a morir. Que los que tenían que temerlo eran los que se quedaban, que el muerto ni se entera... Y creo que tenía razón. No me gustaba en absoluto como escritor (sólo he leído Mortal y rosa, bien es cierto, así como sus columnas), pero me parecía un hombre lúcido y bien armado. La inteligencia es un arma cargada para el que sabe utilizarla y un saco de piedras pesado para el que no. En cualquier caso, Umbral vivió, triunfó, destacó y tuvo tiempo bastante como para disfrutarlo. José Luis de Villalonga... qué decir. Si Umbral supo burlarse del mundo entero a través de sus palabras, este otro se burló hasta de la propia retórica. Un vividor, un canalla voraz de historias con la suerte de poder permitírselo. Amigo de Fellini, de Sofía Loren, de Audrey Hepburn... Una vida realmente condimentada con aspectos que despiertan la envidia del más común de los mortales. Antonio Puerta murió con 22 años. La imagen del chaval cayendo desplomado al lado de la portería de Palop es estremecedora. Dos días después no podía aguantar más y dejó de vivir. Porque ahí está la diferencia, donde esta vez la muerte ha sido una gran hija de puta. Villalonga, Umbral, Penella... lo habían vivido todo. Habían hecho de su capa un sayo y habían pasado por todos los estadios de la vida. Por todos aquellos que habían elegido. Este chaval ha dejado de vivir, no se ha muerto. Le quedaba demasiado por hacer. No le ha dado tiempo a darse cuenta de que estaba vivo. De todas maneras, me joden este maniqueismo y las falsas emociones en los medios de comunicación cuando muere alguien que tal vez no debería haber muerto. Es jodido pensar que te puede alcanzar a ti en cualquier momento y que te puedes quedar seco por comer carne de vaca, inhalar humo, o beber de más un fin de semana. Es jodido también ver cómo un niño de 22 años deja a su mujer embarazada y se marcha sin despedirse. Pero las cosas como son. Mueren cientos cada día. Más o menos relevantes que un futbolista. Con más o menos cosas que aportar. Y la muerte llega y nos mete a todos en el mismo saco, nos enseña el verdadero sentido de la democracia, consigue que los que quedan se planteen asuntos que en otro momento no hubieran pasado por la cabeza de nadie. El día a día te envuelve en su capa de acolchado malestar y te quejas porque tienes que madrugar, trabajar, lavar, planchar, fregar. Te quejas por lo injusto de tu situación laboral, por la mierda de envoltorio que rodea tu vida. Y un día te mueres. Y te das cuenta de que dejaste muchas cosas en las que pensar, por las que luchar, en las que creer. Es una frase gastada, pero lo que decía Lennon (la vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes) es tremendamente reveladora. Los periódicos y las teles suben sus audiencias porque dejaste un bonito cadáver. Los que te rodearon piensan en voz alta y nunca se oye una voz que dice 'era un poco gilipollas', porque el decoro y la muerte son novios que casi siempre van de la mano. Y todo rodeado de ese sentimiento somero y poco profundo que dura un par de días antes de que todo vuelva a la rutina anterior, se acabaron las lágrimas, se terminaron los lamentos y el recuerdo se queda para la viuda y su hijo. Es curioso que todo el mundo se arremoline en torno al cadáver de un jugador de fútbol o de un escritor polémico. Le miran a los ojos y se acuerdan de lo bueno que era, o de todo lo que había hecho, o de lo que le quedaba por hacer. La verdad es otra. La muerte es una verdad de la vida, y nos pone a todos juntos. Trabajemos en lo anterior, en la vida. Eso es lo que hay por delante...

Siento si me he puesto un poco... tétrico... pero realmente me acojonan los sentimientos a flor de piel en este tipo de despedidas a la española. Descansen en paz los fallecidos. Vivamos los vivos.

Goal

Goal Siempre jugué al baloncesto. Desde los 6 años, en el colegio. Grandes momentos, grandes frustraciones también, pero la seguridad de que había escogido el deporte correcto. Pero la vida me llevó a trabajar hablando y viendo fútbol casi a diario. Y el fútbol, lo reconozco, tiene un halo de misticismo del que carece el baloncesto. El baloncesto más técnico, el que practicaba mi ídolo Drazen Petrovic, quedaba inerte y apagado sin el físico al lado. Los mejores jugadores del mundo eran verdaderos atletas. Mis jugadores preferidos en un campo de fútbol siempre fueron tipos normales con una chispa curiosa en la mirada. El sábado estuve en el Bernabéu viendo el derbi. Volví a caer rendido ante la clase de Guti, me encantó Agüero, me asombró la efectividad del buen fútbol de Sneijder y me sobra el pistolero Drenthe por todos sitios. El buen fútbol es tan necesario como el buen cine o la buena música. No todos lo aprecian y a veces prima el resultadismo. A veces están por encima los ruiditos en un disco de Wilco o los efectos especiales en una película con un mal guión. Pero al final siempre está el arte. Además volví a chillar cuando marcó el Madrid. En la zona de prensa no podía... Sólo Roncero está habilitado para tal fin...

Llámalo X

Llámalo X He estado leyendo mis últimos posts y parece que los escribe un condenado o alguien a quien acaban de descubrir una enfermedad chunga. Una temporada larga en la cárcel por un delito menor, o algo complicado que haría sudar a House. Joder. Supongo que siempre que vuelvo de vacaciones me pasa algo similar. Acostumbras tu cuerpo a un ritmo distinto, consigues espolear tu cabeza lo bastante como para que vuele a otro nivel y consiga ver lo que hay más allá de papeles, títulos y nubes y piense en proyectos y ambiciones que vuelven a tomar algo de lógica. Aquello de pusilánime, lo de eché la vista atrás, .... También es verdad que rehacer el Camino ayuda a pensar. Levántate a las 6 y media de la mañana, lávate con el agua gélida de los albergues lucenses, vaselina en los pies, ritual casi automático de seguridad fetichista, dos pares de calcetines, abrocha las botas. Levanta, no pises las gafas del alemán que duerme a tu lado y que emite curiosos ruidos nocturnos, acomoda tu mochila para que te de la sensación de que pesa un kilo menos y sal por la puerta. La bruma gallega, esa niebla casi perenne, profunda, llena de significado, impregna cada uno de tus pelos. Hace frío. Son las 7 de la mañana y comienza la jornada. Tu único trabajo, tu jornal, caminar. ¿Puedes evitar pensar? No puedes. Ordenas tu vida, cada uno de sus pequeños aparejos, cada insignificante detalle que antes pasó inadvertido. Cada fragmento de un cristal gigante. Cada gota de agua de una ducha, como si no pudieras dar el siguiente paso sin el bosquejo completo. Pero a lo que iba. Vuelves de las vacaciones y aquello por lo que necesitabas un descanso, aquello que provocaba la más profunda desidida mental, la pereza intelectual más absoluta, vuelve a estar sobre el teclado de tu ordenador. Y vuelvo a no llevar la moto al taller, y vuelvo a llegar tarde al trabajo, y vuelvo a echarme la siesta después de comer. ¿Comodidad? Llámalo X.

Cosas que hacen BUM

Cosas que hacen BUM

Cosas que hacen BUM, de Kiko Amat, es el último libro que me he leído. Y es el último libro que me ha gustado. A veces me pregunto cuál es la peor de las envidias. Leo a Pedro en su blog y veo que tiene un nuevo proyecto musical. Envidia sana, pienso. Veo ayer (otra vez) León (el profesional) y compruebo que Natalie Portman tenía talento con 12 años, y que no lo ha malgastado. Envidia... ¿sana? Puede ser. Yo y mi diabólica manía de pasarlo todo por el matiz del forro de mis propias pelotas. Leo a Kiko Amat, que es un tipo inteligente que ha sabido beber del mejor Fante y del pulp americano y plasmarlo en el barrio de Gracia catalán y me produce una sensación ambivalente. Por una parte, la pasión de estar leyendo algo que te está gustando. Una historia ágil, con personajes elaborados, varios niveles de narración, un estilo lo bastante depurado como para que pueda ser propio pero del que puedes comprobar las fuentes... y por otra el desprecio absoluto de saber que es una novela escrita con esfuerzo, que es justo aquello de lo que yo adolezco. Y luego leo esto y encima me da pena pensar en lo pusilánime que soy... Pusilánime es una palabra cojonuda. Significa "Falto de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes"... Diez letras como diez putos cañonazos.

De vuelta

De vuelta He vuelto a Madrid y hoy he comenzado de nuevo a trabajar. Mis vacaciones han sido curiosas y llenas de anécdotas, recuerdos y buena compañía. Miles de pensamientos diferentes te asaltan mientras vas caminando, tratando de no olvidarte de respirar, cuando escuchas demasiado fuerte el sonido de tu pecho y sólo oyes tu aliento y el crujir de las ramas que pisas. Piensas en tus amigos, en los que recuerdas como amigos aunque es el recuerdo lo que te une a ellos, en tu familia, en Ella, en tus historias... Y te vuelves a replantear tu vida. Este año empezaré otra carrera, y escribiré de una vez una novela entera, y juntaré todos los retales que tengo barruntados por ahí para hacer un libro de cuentos y dárselo a Borja para que lo ilustre, y me moveré más, escribiré canciones a las que Carlos pondrá música y Marcos voz, llamaré a todos esos viejos recuerdos y me reiré de nuevo con ellos, y volveré a pasar noches en el bar, entre risas y birras, sin imposturas, y tal y cual........... Según llegué a casa vacié mi mochila y el saco de mis buenos propósitos debió ir a la lavadora junto con el resto de la ropa sucia con olor a esfuerzo. Buscas excusas para no hacer todas esas cosas. A veces las encuentras. A veces incluso te convences de que eran malas ideas. Estoy de vuelta. En Madrid hay 35 grados. Mi bandeja de asuntos pendientes ha crecido mientras estaba fuera. Mis jefes han preferido que yo les hiciera el trabajo sucio. Estoy de vuelta y me enfrento de nuevo al terror de lo cotidiano. Lo extraordinario requiere el esfuerzo de quien se asombra.

Eché la vista atrás

Eché la vista atrás

¿La vida te cambia o cambias tú y a continuación te va cambiando la vida? Supongo que es una pregunta de esas gilipollas que se plantearon los primeros que escribieron libros de autoayuda, pero no he podido evitar plantearmela hoy, el último día antes de coger las vacaciones, cuando he echado la vista atrás y me he acordado de las últimas que tuve. Hace un año, no me voy a volver a extender sobre ese tema, que lo tengo más gastado que el episodio de los gansters de los Simpsons, estaba trabajando en un periódico de deportes en un buen puesto, con un buen sueldo y una redacción de puta madre. Me fui de vacaciones con Laura a Tenerife y con mi padre y mi hermano a Escocia. Unas vacaciones placenteras y llenas de paz después de meses de mucho estrés y trabajo duro. Las vacaciones acabaron y el trabajo también, y desde entonces varios disparos en órganos no vitales estuvieron a punto de acabar con las ganas de hacer cosas. Trabajos basura, ritmos cambiados, amigos olvidados... Creces, que no te haces adulto, y los síntomas te acercan a ese periodo en el que las cosas suceden más deprisa. En 6 meses, vivo en mi casa, tengo dos gatas de 2 meses y trabajo como un mileurista más en un programa de una emisora con la que no comparto muchas cosas. Yo, que nunca quise ser propietario, que nunca quise tener animales en casa, yo que era el mayor idealista del mundo. ¿La vida te cambia o cambias tú? Complicado.

Mañana mismo salgo para Mallorca con mi hermano. Me apetece mucho. Tranquilidad y buena compañía. Es la primera vez que me voy solo con él. El día 2, a la vuelta, salgo para Galicia, para hacer el mismo camino que hice con 17 años hasta Santiago de Compostela. Una verdadera catarsis. Sin móvil, sin mp3, sin ordenador, sin nada. Sólo un libro, un cuaderno, un boli. 3 camisetas, 3 pares de calcetos y muda. Veremos. De momento, estos días, me llevo mucha música. Os recomiendo mucho un par de grupos: Beluah y el gran Jay Farrar. Lo último de Editors, The National y Ryan Adams me ha convencido bastante. Rufus me ha cansado, el de Bright Eyes me ha parecido espectacular y el redescubrimiento de Traveling Wilburys es necesario. Pasad un buen verano. Nos vemos en agosto. Besos.

¿De derecho?

¿De derecho?

No soy el típico lector de El Jueves. No lo compro nunca, no soy un seguidor habitual de sus páginas y apenas me río con algunos de sus clásicos. Makinavaja no me divierte y la puta mili la encuentro pasada y llena de tópicos. Pero no encuentro palabras para describir el asco y el profundo desagrado que me produce que un representante de la Justicia de nuestro Estado de Derecho, el Fiscal General, que debe velar por los intereses y la seguridad de nuestro país, decida retirar de la calle una publicación. O se está con la libertad de expresión o se está contra ella, no valen medias tintas. Y quiero ir un poco más allá. Hace unos días, al respecto del nacimiento de la enésima borbona (no será la última, ya lo verán) comentaba que no seremos un país democrático hasta que realmente todos seamos iguales. Una cosa es que ostentes un cargo (público, por otra parte) y otra muy diferente que gracias a él saques beneficios. Si Cachuli puede ser motivo de mofa en la portada del Tomate, ese querubín de 40 y tantos años, que dejó de tener ricitos dorados en su real cabellera hace unos cuantos años ya y pasó a tenerlos en los huevos, debe poder ser motivo de alabanza, de admiración y de cachondeo y de mofa también. No es una cuestión de reirse de la realeza, sino de ese sano ejercicio democrático que consiste en poner a todo el mundo al mismo nivel. ¿Acaso se nos ha olvidado que hace 6 meses nos echábamos las manos a la cabeza porque los musulmanes enloquecían por la publicación de unas caricaturas de Mahoma? Se deben estar descojonando los moros...

Series

Series

Ayer leí en el Blog de Patch una selección sobre sus cinco personajes favoritos sobre las últimas series que ha visto en TV. Lamenté de inmediato que mi nefasto nivel televisivo-cultural sólo me permitiera saber quién era Hiro... y poco más. Conozco todo lo que nombró, pero no he visto casi nada de ello. De todas maneras, le sisaré la idea (me encanta que al escribir sobre html ponga sisaré y no me lo subraye en rojo) y anotaré los personajes de serie que más me han marcado.

Sin duda David Hasselholffff es un remanente constante. Sus chupas de cuero, Kit, ese pelo inamovible y el vídeo en que hace muy poquito salió con un pedo de escándalo hablando con su hija le convierten en un favorito, un must de nuestra generación. Y luego encima cambió de registro y nos regaló Los vigilantes de la playa. Nuestros cuerpecitos adolescentes soñaban con la hora de la merienda en verano...

Noooooooooooormmm de Cheers. Un tipo sin más aspiraciones en la vida que escuchar su nombre cuando entraba por la puerta de su bar favorito en Boston. Todos nos hemos vistos reflejados años después entrando por las puertas de 100x100 o Delover.

McGyver y el Equipo A. Les pongo juntos porque a veces me costaba reconocer qué estaba viendo cuando era pequeño... Malos idénticos, pequeñas mujeres en apuros a las que salva un héroe ingenioso... Eso sí: Murdoch creó escuela, y el pelazo de McGyver, copiado en España por grandes como Camilo Sesto, también.

¿Recordáis Starman? El marcianito con la canica aquella que hacía de todo... Me molaba.

Sin duda, El gran héroe americano fue una de mis favoritas. No me la perdía. La historia es tremebunda: el menda consigue sus poderes gracias a los marcianos!! Es increíble...

Dejaré estos recuerdos imborrables y os hablaré de las últimas también: me ha encantado Héroes, Laura y yo nos hemos enganchado con una serie americana que se llama Deadwood (impresionante, de verdad), la última temporada de House me ha decepcionado terriblemente a pesar de que las primeras son imprescindibles, A dos metros bajo tierra y Los Soprano me han cogido tarde, pero me estoy poniendo al día.

Y una reflexión: hoy ha salido la lista de las películas más vistas durante la mitad de 2007 que llevamos. Las ya esperadas Spiderman 3, Piratas para arriba y para abajo, la alegría de Babel, 300... y ninguna española hasta el puesto 27 que ocupa, atención, 'Pérez, el ratoncito de tus sueños', seguida de cerca por 'El ekipo Ja'. Escalofriante. Mucho miedo. Y siguen pidiendo pasta...

Harvest

Harvest Esta mañana he salido algo más tarde de casa para venir a trabajar. Subía en la moto, como cada día, me costaba arrancar, como cada día. Me manchaba el culo del vaquero, como cada día. A veces es complicado sacarle salsa a las cosas cuando las haces a diario. Si comes chorizo de Pamplona todos los putos días, te acaban saliendo manchas rosadas en la punta del nabo. Seguro. Le he mirado el culo a una señora sudamericana que no llevaba bragas. No he buscado mirárselo, ha pasado delante de mi moto tan cerca que ha rozado mi retrovisor. Era un culo del que sobraba cuarto y mitad. Siempre me hizo gracia que se pidiera cuarto y mitad de cuarto en los mercados. Ahora las cosas se pesan en euros. "Deme 6 euros de filetes. Deme luego un par de euros más de chopped". También he visto un hombre con una corbata ridícula de los Simpsons, un jipi en una bici sorteando los coches en el túnel de Villamil, una vieja en un BMW todoterreno que ha pasado sobre un charco y ha salpicado a una niña y dos perros follando. En un cuarto de hora que he tardado en llegar a la oficina, no está mal. Un pequeño compendio de seres y estares. Mi compañera ha puesto la radio. Los 40. Maná. Les odio. Nunca un batería fue más artificioso y menos efectivo. Odio ese tipo de músicos. Mucho ruido y pocas nueces. Me han mandado un par de discos y me han animado la mañana: Sam Roberts y Editors. Veamos. Esta semana me tienen que llegar muchos más: White Stripes, Maps, The National, The Rakes, Ryan Adams, Bright Eyes... Las productoras son como un peer to peer a lo bestia. Yo te doy un disquito y un par de entradas y tú hablas bien de mi...Por cierto, una recomendación. Ayer un compañero de trabajo me regaló Heart of gold, de Jonathan Demme. Neil Young está impresionante y el documental está grabado con mucha sensibilidad, con mucha cercanía.