In my life
Corrientes circulares en el tiempo
Sick again...
La nueva España (y felicidades, mamá)
Peligro: los 30 asoman
Llevaba bastante sin escribir. Tampoco es que no haya tenido tiempo, es simplemente que a veces, si te ganas la vida escribiendo, cuando tienes algo de descanso también te apetece dejar de escribir una temporada. En este breve lapso (unos 15 días, si no me equivoco) he tenido mis primeras navidades en casa, con todo lo que ello supone, mi primer fin de año con Laura, los Reyes... y mi cumpleaños, que fue ayer. Los cumpleaños, habitualmente, son fechas que deprimen. Al menos a mi. Te sientes un poco como un catalizador del Universo entero, casi cuaquier cosa que acontece pasa a través tuyo. Todo te lo acabas por relacionar, todo te lo echas encima. Además, echas en falta llamadas de algunos amigos que dejaste en el tintero, algún detalle en concreto... Aunque, como ya he dicho otras veces, lo que peor me sienta de mi cumpleaños es ver cómo la vida te va llevando por donde ella quiere sin apenas consultarte. Un mal chofer, sin duda. Luego, por otra parte, y bien es cierto, tengo pocos motivos para no ser feliz. Supongo que el simple hecho de tener perspectivas sobre lo que sea debería empujarte hacia un estadio superior, y así voy a tratar que sea. 28 años... no está mal. Veremos.
Por cierto, grandes regalos estos días. Entre ellos, el catálogo de la Agencia Magnum. Una pasada.
Vive y deja morir
Varios
Como aquellas cintas que nos grabábamos cuando la doble pletina llegó a casa de manera casi mística unas navidades. Aún tengo alguna carátula pintada con aquellos rotuladores que de vez en cuando remojabas en alcohol para que vivieran un poco más. Tenían un encanto especial aquellas cintas. Buscabas la canción perfecta para enlazar con la siguiente. Si querías ligar con una niña, le grababas una cinta con canciones que ella, por supuesto, desconociera pero que dijeran las cosas que tú no podías lanzarle a la cara. A veces funcionaba. Si no, tenías una cinta de puta madre. También recuerdo las cintas pirata que vendían en la feria de El Escorial los gitanos. Mi padre compró Potro de rabia y miel en una ocasión, lo recuerdo perfectamente. Yo compré una de Paul McCartney. No creo que eso defina a nadie, aunque de pequeño me encantaba coger la raqueta de tenis y hacer que tocaba la guitarra. No sabía que él tocaba el bajo... Yo acabé siendo Ringo.
El caso es que volví el domingo de Navarra, de pasar el puente con Laura. Como siempre, un buen viaje. Allí se vive de otra manera, se respira de otra manera, se come de otra manera. Vamos, se come más, no nos vamos a engañar. Tal vez se vive más también, aunque no estoy del todo seguro, porque vivir no son cinco días aunque haya vidas que podrían resumirse en menos tiempo. Pero a lo que iba. Respiras a diario en tu trabajo casi para conseguir unos días de vacaciones, trabajas para tener una estabilidad económica que te permita disfrutar de tu tiempo libre y al final apenas tienes tiempo libre, o no ganas lo bastante como para disfrutarlo como te gustaría... A veces me hago la siguiente pregunta: ¿Cuál es el objeto de mi trabajo? Vaya, ¿para qué cojones trabajo? Mi amigo Javi, que allí nos acogió junto a su mujer, María, me contaba que en la República Dominicana había casas a pie de mar por menos de 10 kilos. ¿Vendemos todo, nos entregamos a la vida contemplativa con lo que nos quede, y nos dedicamos a beber ron y a engordar a base de langosta el resto de nuestras vidas?
Escribir
El otro día charlaba con un escritor. No diré su nombre, porque si no parecería un post sobre lo guay que soy y la gente tan interesante con la que hablo, y el mensaje de verdad se perdería como las famosas lágrimas en la lluvia, como el barro que se va desprendiendo de tu zapato en un día de lluvia. Pisas un alcorque, se impregna en tu zapato. Algo parece que queda, pero cuando llegas al 'Welcome Home' que reza tu felpudo se desprende y se queda esperando que alguien lo trasplante de nuevo. Tal vez se quede ahí para siempre y nadie lo atienda más. El tipo con el que hablaba se gana la vida escribiendo. Me pidió unos textos, porque le gustó mucho el guión de la entrevista que le hicimos, y porque compartíamos referentes. Pero en un momento de mi charla con él no pude menos que decirle que no era escritor, que en la puta vida me iba a poder ganar la vida escribiendo únicamente, porque no tengo la paciencia ni el talento suficientes. Él rió. Recuerdo cuando comencé COU. Soñaba con vivir escribiendo. Ahora veo mi sombra reflejada en ese barro del zapato que cayó tras un puntapié inmisericorde y recuerdo las palabras de Pacino; no se cambia, se pierde fuerza. ¿Me gustaría vivir escribiendo? A quién no, supongo. El verdadero problema es que me afectan demasiado las cosas y no logro exorcizarlas a través del teclado, como me pasaba antes. Ya veremos hacia donde sigo caminando.
Las mesas de oficina siempre despertaron mi curiosidad. A fin de cuentas, uno pasa más tiempo en la mesa de su trabajo que en su casa. De esta manera, supongo, que uno puede conocer a alguien casi de la misma manera sabiendo cómo es su mesa diaria que el salón de su casa.
En mi mesa tengo muchas cosas. Unos 20 discos a mano izquierda, de entre los que destaco dos recopilaciones de Mojo, otras dos de Uncut, un Grandes éxitos de Hank Williams, el Harvest de Neil Young, el último de Pernice Brothers, el recopilatorio de El Inquilino Comunista y lo que ha sacado Dylan esta semana, que me mandaron ayer. A mano derecha, los discos que no me gustan pero que tengo que escuchar: desde un homenaje a Noel Nicola hasta la música del musical del Dúo Dinámico... un poco de todo.
Detrás del cubilete de lapiceros tengo una foto en la que río junto a Laura con la catedral de Nôtre Damme detrás. A orillas del Sena uno siempre tiene motivos para sonreir. Un minidisc con un micro, un par de pendrives, mis gafas y una veintena de libros completan mi pequeño espacio laboro-vital. Los libros, a pachas entre los que tengo que leer y los que debo leer. El último de Sánchez Dragó, al que entrevisté esta semana, Exégesis de lugares comunes, de León Bloy, el Libro de réquiems, de Wiesenthal, el último libro de Philip Roth, Everyman (un coñazo, por cierto) y alguno más. Y en medio de todo aquel girigay, yo.
Odio rectificar...
A veces mucho, a veces no tanto...
Tengo un amigo al que le ocurre lo mismo que a mi: sólo sé escribir de noche. Estos días en los que tengo más trabajo que nunca, llego a casa y doblo las rodillas al pie de la cama. Y apenas escribo nada. Espero recuperar el tono, no por el blog, evidentemente, sino porque lo echo de menos. El tiempo libre es una de las mejores cosas que hay.... Por lo demás, estoy teniendo muchísimas oportunidades de escuchar nueva música. Y eso sí está muy bien; un compañero me ha pasado la colección completa de singles de la Motown hasta el 71. Es espectacular. No sé cómo podía haber estado tanto tiempo dejando pasar ese tipo de música.... Besos.
La intransigencia de la muerte
Siento si me he puesto un poco... tétrico... pero realmente me acojonan los sentimientos a flor de piel en este tipo de despedidas a la española. Descansen en paz los fallecidos. Vivamos los vivos.
Goal
Llámalo X
Cosas que hacen BUM
Cosas que hacen BUM, de Kiko Amat, es el último libro que me he leído. Y es el último libro que me ha gustado. A veces me pregunto cuál es la peor de las envidias. Leo a Pedro en su blog y veo que tiene un nuevo proyecto musical. Envidia sana, pienso. Veo ayer (otra vez) León (el profesional) y compruebo que Natalie Portman tenía talento con 12 años, y que no lo ha malgastado. Envidia... ¿sana? Puede ser. Yo y mi diabólica manía de pasarlo todo por el matiz del forro de mis propias pelotas. Leo a Kiko Amat, que es un tipo inteligente que ha sabido beber del mejor Fante y del pulp americano y plasmarlo en el barrio de Gracia catalán y me produce una sensación ambivalente. Por una parte, la pasión de estar leyendo algo que te está gustando. Una historia ágil, con personajes elaborados, varios niveles de narración, un estilo lo bastante depurado como para que pueda ser propio pero del que puedes comprobar las fuentes... y por otra el desprecio absoluto de saber que es una novela escrita con esfuerzo, que es justo aquello de lo que yo adolezco. Y luego leo esto y encima me da pena pensar en lo pusilánime que soy... Pusilánime es una palabra cojonuda. Significa "Falto de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes"... Diez letras como diez putos cañonazos.
De vuelta
Eché la vista atrás
¿La vida te cambia o cambias tú y a continuación te va cambiando la vida? Supongo que es una pregunta de esas gilipollas que se plantearon los primeros que escribieron libros de autoayuda, pero no he podido evitar plantearmela hoy, el último día antes de coger las vacaciones, cuando he echado la vista atrás y me he acordado de las últimas que tuve. Hace un año, no me voy a volver a extender sobre ese tema, que lo tengo más gastado que el episodio de los gansters de los Simpsons, estaba trabajando en un periódico de deportes en un buen puesto, con un buen sueldo y una redacción de puta madre. Me fui de vacaciones con Laura a Tenerife y con mi padre y mi hermano a Escocia. Unas vacaciones placenteras y llenas de paz después de meses de mucho estrés y trabajo duro. Las vacaciones acabaron y el trabajo también, y desde entonces varios disparos en órganos no vitales estuvieron a punto de acabar con las ganas de hacer cosas. Trabajos basura, ritmos cambiados, amigos olvidados... Creces, que no te haces adulto, y los síntomas te acercan a ese periodo en el que las cosas suceden más deprisa. En 6 meses, vivo en mi casa, tengo dos gatas de 2 meses y trabajo como un mileurista más en un programa de una emisora con la que no comparto muchas cosas. Yo, que nunca quise ser propietario, que nunca quise tener animales en casa, yo que era el mayor idealista del mundo. ¿La vida te cambia o cambias tú? Complicado.
Mañana mismo salgo para Mallorca con mi hermano. Me apetece mucho. Tranquilidad y buena compañía. Es la primera vez que me voy solo con él. El día 2, a la vuelta, salgo para Galicia, para hacer el mismo camino que hice con 17 años hasta Santiago de Compostela. Una verdadera catarsis. Sin móvil, sin mp3, sin ordenador, sin nada. Sólo un libro, un cuaderno, un boli. 3 camisetas, 3 pares de calcetos y muda. Veremos. De momento, estos días, me llevo mucha música. Os recomiendo mucho un par de grupos: Beluah y el gran Jay Farrar. Lo último de Editors, The National y Ryan Adams me ha convencido bastante. Rufus me ha cansado, el de Bright Eyes me ha parecido espectacular y el redescubrimiento de Traveling Wilburys es necesario. Pasad un buen verano. Nos vemos en agosto. Besos.
¿De derecho?
No soy el típico lector de El Jueves. No lo compro nunca, no soy un seguidor habitual de sus páginas y apenas me río con algunos de sus clásicos. Makinavaja no me divierte y la puta mili la encuentro pasada y llena de tópicos. Pero no encuentro palabras para describir el asco y el profundo desagrado que me produce que un representante de la Justicia de nuestro Estado de Derecho, el Fiscal General, que debe velar por los intereses y la seguridad de nuestro país, decida retirar de la calle una publicación. O se está con la libertad de expresión o se está contra ella, no valen medias tintas. Y quiero ir un poco más allá. Hace unos días, al respecto del nacimiento de la enésima borbona (no será la última, ya lo verán) comentaba que no seremos un país democrático hasta que realmente todos seamos iguales. Una cosa es que ostentes un cargo (público, por otra parte) y otra muy diferente que gracias a él saques beneficios. Si Cachuli puede ser motivo de mofa en la portada del Tomate, ese querubín de 40 y tantos años, que dejó de tener ricitos dorados en su real cabellera hace unos cuantos años ya y pasó a tenerlos en los huevos, debe poder ser motivo de alabanza, de admiración y de cachondeo y de mofa también. No es una cuestión de reirse de la realeza, sino de ese sano ejercicio democrático que consiste en poner a todo el mundo al mismo nivel. ¿Acaso se nos ha olvidado que hace 6 meses nos echábamos las manos a la cabeza porque los musulmanes enloquecían por la publicación de unas caricaturas de Mahoma? Se deben estar descojonando los moros...
Series
Ayer leí en el Blog de Patch una selección sobre sus cinco personajes favoritos sobre las últimas series que ha visto en TV. Lamenté de inmediato que mi nefasto nivel televisivo-cultural sólo me permitiera saber quién era Hiro... y poco más. Conozco todo lo que nombró, pero no he visto casi nada de ello. De todas maneras, le sisaré la idea (me encanta que al escribir sobre html ponga sisaré y no me lo subraye en rojo) y anotaré los personajes de serie que más me han marcado.
Sin duda David Hasselholffff es un remanente constante. Sus chupas de cuero, Kit, ese pelo inamovible y el vídeo en que hace muy poquito salió con un pedo de escándalo hablando con su hija le convierten en un favorito, un must de nuestra generación. Y luego encima cambió de registro y nos regaló Los vigilantes de la playa. Nuestros cuerpecitos adolescentes soñaban con la hora de la merienda en verano...
Noooooooooooormmm de Cheers. Un tipo sin más aspiraciones en la vida que escuchar su nombre cuando entraba por la puerta de su bar favorito en Boston. Todos nos hemos vistos reflejados años después entrando por las puertas de 100x100 o Delover.
McGyver y el Equipo A. Les pongo juntos porque a veces me costaba reconocer qué estaba viendo cuando era pequeño... Malos idénticos, pequeñas mujeres en apuros a las que salva un héroe ingenioso... Eso sí: Murdoch creó escuela, y el pelazo de McGyver, copiado en España por grandes como Camilo Sesto, también.
¿Recordáis Starman? El marcianito con la canica aquella que hacía de todo... Me molaba.
Sin duda, El gran héroe americano fue una de mis favoritas. No me la perdía. La historia es tremebunda: el menda consigue sus poderes gracias a los marcianos!! Es increíble...
Dejaré estos recuerdos imborrables y os hablaré de las últimas también: me ha encantado Héroes, Laura y yo nos hemos enganchado con una serie americana que se llama Deadwood (impresionante, de verdad), la última temporada de House me ha decepcionado terriblemente a pesar de que las primeras son imprescindibles, A dos metros bajo tierra y Los Soprano me han cogido tarde, pero me estoy poniendo al día.
Y una reflexión: hoy ha salido la lista de las películas más vistas durante la mitad de 2007 que llevamos. Las ya esperadas Spiderman 3, Piratas para arriba y para abajo, la alegría de Babel, 300... y ninguna española hasta el puesto 27 que ocupa, atención, 'Pérez, el ratoncito de tus sueños', seguida de cerca por 'El ekipo Ja'. Escalofriante. Mucho miedo. Y siguen pidiendo pasta...