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Semana de cine

Semana de cine Hace tiempo escribí por aquí una pequeña estupidez hablando de mis referentes, de mis favoritos, y diciendo que siempre tiraba de clásicos y que habitualmente olvidaba mentar a los nuevos directores que hacen cosas interesantes. Esta semana me he encontrado con Fincher y Mendes. No sólo de Wilder vive el hombre...

Esta semana he conseguido ir al cine con Lau un par de veces. Me tocaba elegir (los que tenéís pareja ya me entendéis: no siempre puedes ir a ver la película que tienes en mente. A veces tienes que ver la que tiene en mente la persona con la que vas... y me tocó ir a ver ’Valkiria’ hace un par de semanas... sin comentarios) Revolutionary Road primero, Benjamin Button después. De la primera, mucho que decir. Sam Mendes me parece un tipo que sabe dónde quiere ir. Crítico, ácido, con planteamientos tremendamente bien proyectados y con referentes clásicos excelentes, tanto a nivel cinematográfico como literario. Ya me parecieron muy buenas American Beauty y Camino a la perdición. Esta no me ha defraudado. La historia de una pareja con sueños imponderables que se pega de bruces con una realidad que anda lejos de lo que pretendía lograr es muy desgarradora, porque es imposible no verse reflejado al menos en alguna de las tramas de la misma. Di Caprio está creíble, que no es poco, aunque abusa de sus gestos y de cambiar el color de su cara para demostrar lo enfadado que está en algunas escenas. Winslet está soberbia con ese gesto que va de la risa nerviosa, esa que siempre surge cuando no entiendes qué pasa en tu vida, hasta la lágrima, nunca facilona, nunca excesiva. Por cierto, los últimos 20 minutos de película te ponen el cuerpo del revés. Sudé en el cine.

David Fincher es listo. Mucho. Si en sus comienzos hablaba de historias con un principio y un final cerrados (Alien 3 o Seven. incluso The game), sus películas más adultas hablan de un transcurso diferente de las cosas. Zodiac, injustamente olvidada por la crítica, me pareció sublime. Una película absolutamente pegada a la realidad donde la persecución desemboca en un punto que no tiene por qué ser el final de la misma. No pillan con un John Doe que juguetea con los protagonistas. Aquí el protagonista verdadero es la búsqueda en sí misma. El curioso caso de Benjamin Button es una película sobre la fugacidad de las cosas, sobre la imposibilidad de hacerlas eternas. Estoy en parte de acuerdo. La memoria es el único lugar del que no nos pueden arrebatar el dolor o la ilusión, pero a veces juega malas pasadas. La película encierra una filosofía más complicada que el hecho de que la historia en sí misma tenga una primera línea de visualización que discurre en torno a una historia realmente entretenida: un bebé que nace con una afección que le hace ir perdiendo edad físicamente. Nace viejo y va convirtiéndose en joven según pasan los días para él, aunque eso ya lo sabíais, que habréis leído 320932 crónicas y reseñas con la cara de Brad Pitt y esa señora tan estupenda, Cate Blanchet, que parece terríblemente una eslava. Ellos están muy bien, mucho. No me extrañaría que Pitt se llevara el Oscar, con tanto maquillaje y tanta entrega a una historia que, repito, si se toma en ese primer nivel resulta entretenida y resultona. No creo que Fincher quiera hablar de eso precisamente, pero esa es otra historia.

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