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Woody

Woody

Leía hace bien poco una columna de Enric González, el mejor periodista de este país, hablando sobre los genios. Por un lado, sobre la dificultad de mantener el nivel de excelencia en todo lo que hacen. Por otro, por el deber del público de no exigir ese nivel siempre. Se refería en un principio a series como Los Soprano o House y terminaba hablando de Woody Allen. La semana pasada fuimos Laura y yo a ver Vicky Cristina Barcelona y en seguida me alié con el periodista de El País. La película me pareció un pastiche insoportable, aunque reconozco que me reí, y no poco, con las apariciones de Penélope Cruz, lo mejor de la película y un soplo de aire fresco en una cinta que pretende ridiculizar todos los clichés mediterráneos y cae en todos ellos para que avance la narración. Lo que en otras películas del de Brooklyn está basado en la casualidad, en el azar o en el mero transcurrir de la vida y de las condiciones de las sociedades actuales, en esta supuesta sátira no tiene enganche, percha ni soporte alguno.

Además, si en la trilogía londinense, como han venido a llamar al exilio de Allen a la ciudad más bonita y más triste del mundo, los personajes utilizaban los recursos de la ciudad como escenarios en sí mismos (me acuerdo, por ejemplo, de aquella escena en Match Point en la que Scarlett Johansson y Jonathan Rhys-Meyers se encontraban en la Tate, que era un personaje más de la misma), en esta excursión a Barcelona, Allen se convierte en un turista japonés y se coloca detrás de la cámara sin tratar de sacar nada más que lo que el entorno mismo aporta. La azotea de La Pedrera, el Parque Güell o la Sagrada Familia están muy vistas en postales. Bien es cierto que Scarlett queda muy guapa en los encuadres y que Bardem es el actor que mejor hace de Bardem del mundo. Además, cuando sale Pé, la cosa es diferente y la narración fluye.

En fin. Lo que decía al principio suscribiendo lo que contaba Enric González. A un tipo que me ha regalado Balas sobre Broadway, Manhattan, Annie Hall, Delitos y faltas, Zelig o Desmontando a Harry no le puedo pedir lo mismo todos los años. Me conformaré con ver a Alvy Singer y a Annie Hall hablandome a los ojos mientras sueñan con una fila de enanitos siguiendo a Blancanieves.

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