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Alegrías del incendio

Alegrías del incendio Mientras el fuego subía por la escalera de aquel edificio viejo, ella sólo podía pensar en los libros que había leído, en que malgastó tiempo buscando lo que realmente le gustaba, y en que se dejó los relatos de Melville sobre la mesilla. Llevaban allí varias semanas, pero sólo había sido capaz de ojear un par de ellos. Sin embargo, a los conocidos a los que quería impresionar, les decía que había leído cientos de veces algunos y, metida en una espiral de mentiras y estereotipos, que tenía el libro subrayado y carcomido por el uso. Lo mismo le sucedió con todos esos discos que le hacían sentir triste y que tan de moda estaban, o con aquellas películas cuyos carteles circundaban las paredes de los locales que frecuentaba. 'Si salgo de esta, juro que cambiaré', se dijo en voz baja, casi a su propio oido.

Una semana después se acercó al centro comercial más cercano y compró un ejemplar de Obras seleccionadas de Borges. La cubierta era preciosa.

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