Por un motivo o por otro (primero era una forma de pasar el rato, ahora es casi una forma de vida...) siempre ha estado presente. No puedo ponerme las gafas de pasta y decir que lo detesto, porque es mentira. Me mola el fútbol. Me gusta ver un buen partido. No soy el típico forofo que se planta delante de la tele a ver un Ciudad de Murcia-Universidad las Palmas. No. A mi lo que me gusta es ver a los grandes. Los partidos históricos se huelen antes de empezar a verlos. O a jugarlos. O acaso Borja, Miki, Porte... no se acuerdan de aquellos míticos Carpe Diem-Naranja Mecánica. O contra los Mariolinos... En fin. Que la cosa es que ahora que he tenido la posibilidad de trabajar en el medio durante dos añitos me he dado cuenta de que el fútbol es como todo. Uno se puede leer un buen libro de Truman Capote o uno de Jesulín. Uno puede escuchar un disco de Dylan o uno de Jesús Vázquez. Y uno puede ver jugar a Maradona o a Portillo y Raúl Bravo. En la selección está el gusto. La mano de Dios... Qué genio.
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